De la Bienal de Novela

Pablo Hernán Di Marco, escritor argentino, fue el ganador de la Bienal de Novela José Eustasio Rivera, que patrocina la Fundación Tierra de Promisión en Neiva. Esta es la primera versión internacional del certamen, con la cual completa trece convocatorias, veintiséis años de historia literaria en homenaje al autor de “La vorágine”.

Pablo Hernán Di Marco, escritor argentino, fue el ganador de la Bienal de Novela José Eustasio Rivera, que patrocina la Fundación Tierra de Promisión en Neiva. Esta es la primera versión internacional del certamen, con la cual completa trece convocatorias, veintiséis años de historia literaria en homenaje al autor de “La vorágine”. 

Su novela “Tríptico del Desamparo”, que he terminado de leer complacido, es una obra en la cual se habla en ella de una novela y el lector descubre que esa resulta ser la novela que está leyendo. 

No es un recurso nuevo. Ya lo habíamos comentado a propósito de “Formas de volver a casa”, novela del chileno Alejandro Zambra. Como ella, la de Pablo también es una obra vertiginosa, que atrapa desde el principio y el lector no tiene más remedio que lanzarse en el tobogán de sus páginas hasta encontrar el punto final. 

La novela transcurre entre Buenos Aires y Venecia, Italia, y es una historia de amor que le sirve al autor de pretexto para realizar una parodia de la realidad del hombre contemporáneo, de la pérdida de los valores tradicionales frente a la arremetida de la insensibilidad del hedonismo actual, la corrupción del capital, el cambio de paradigma en el núcleo familiar.

Son demasiados elementos, quizá, mucha ambición por abarcar un mundo, pero el autor logra con mucha serenidad ir articulando cada fase de la historia con erudición y paciencia, de tal suerte que poco a poco la madeja va desenvolviéndose y resolviendo los temas planteados hasta dejar en claro que todo lo domina la inevitable condición humana.


A pesar de la carga de conocimientos que el autor maneja a lo largo del desarrollo de la obra no hay arrogancia en el narrador, por el contrario los datos sobre obras literarias, arquitectura, urbanismo, épocas y autores, fluyen con naturalidad, no agobian al lector y son puntales para la verosimilitud de la historia.

A propósito, esa verosimilitud se reciente, o por lo menos pasó conmigo, en la parte final titulada Adina (en el impreso dice Adriana), ese toque de surrealismo, de imaginación desbordada, apocalíptica, donde ya la novela hace justicia con la historia y con los personajes.

“Tríptico del desamparo” es una novela que merece más difusión para que llegue a muchos más lectores, no solo porque es un tema tratado con características universales por los valores humanos que encierra, sino por la limpieza de su escritura y la solvencia de su estilo.


Es lamentable que la edición contenga múltiples erratas, errores de diseño y, además, dos textos iniciales que no debieran estar ahí, tan parecidos a los discursos fuera de lugar en actos literarios asimilados a escenarios políticos.

Credito
BENHUR SÁNCHEZ SUÁREZ

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