Para derrotar la soledad

Qué curioso. He derrotado la soledad que me acompaña con más facilidad de lo que pensaba. Yo no sé por qué me aferro a la idea de estar solo cuando, en realidad, me acompañan tres mil amigos, siempre dispuestos a distraer mi mente perversa.

Ellos me acaban de demostrar que los silencios cargados de amargura no deben existir si están conmigo, alineados como para una gran batalla.

Son tres mil amigos que conforman mi pequeña biblioteca, cualquiera de ellos dispuesto a llevarme por paisajes insospechados, conductas impensables, amores desmedidos, tragedias que encogen el corazón o alegrías indecibles que ponen luz en los ventanales empolvados.

Por ejemplo, el comisario Montalbano me dijo en la mañana del domingo: “Cuando nos hacemos viejos, cuentan más los afectos que los conceptos”. Y me atrapó con sus palabras.

Montalbano es nada menos que el personaje principal de la novela “El olor de la noche”, del escritor italiano Andrea Camilleri, que recomiendo leer.

El comisario es un hombre cargado de humor, metido a investigador, que no es propiamente un policía, pero cuya curiosidad lo lleva a deshacer el nudo de los asesinatos que suceden en la novela en la que actúa.


No he podido calificar esta novela -a lo mejor sea solo eso-, pero unos asesinatos, unas investigaciones policiales, la curiosidad de un grupo de comisarios, le dan un aire de novela negra, aunque no hay en ella la sordidez de los bajos fondos ni del detective que asombra con sus hipótesis y sus teorías.


Sin embargo, también le proporciona características de novela policial porque se desarrolla en ambientes casi aristocráticos, sin truculencias, a pesar de no existir un investigador privado capaz de desenredar la madeja de tan oscuras muertes.


En síntesis, un hombre llamado Emanuele Gargano configura una estafa con algo similar a las pirámides que tanto han desangrado a Colombia, dicen que se va del país con la complicidad de su empleado Giacomo Pellegrino y la policía da comienzo al seguimiento del estafador.


Es cuando el comisario Montalbano conoce el caso y comienza a especular y adelantar sus hipótesis para, finalmente, encontrar los cadáveres y ser él quien resuelve el caso.

Lo que me sorprende de Andrea Camilleri y ha despistado mis escasos conocimientos sobre el tema, es que todo el entramado policial o negro está matizado de humor y de un risible amor oscuro y uno no siente que le están contando unos asesinatos sino una historia que transcurre en Sicilia, como si alguien explicara una noticia de prensa en una reunión en la oficina…

¡Ah, mis amigos! Al finalizar la tarde del domingo la soledad ya no tenía nada qué ver entre las paredes de mi cueva.

Credito
BENHUR SÁNCHEZ SUÁREZ

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