Si viviera del arte

Benhur Sánchez Suárez

En un breve diálogo que sostuve con el laureado poeta nacional Nelson Romero Guzmán en mi apartamento, me preguntó por el resultado de mi reciente exposición de pintura. Él es un admirador de mi obra plástica y, precisamente, un “Matachín” mío ilustra la publicación de su antología en la colección nacional “Un libro por centavos” de la Universidad Externado de Colombia, que entró en circulación por estos días.

Parece ser que gustaron mucho mis cuadros, le dije, pero a nadie le interesó llevarse ninguno para su residencia. Si viviera del arte, me hubiera muerto de hambre.

Concluimos que la ciudad aún no está preparada para afrontar un arte que vaya más allá del paisaje folclórico o la escena bucólica. Aunque hay mucho deseo de asistir a exposiciones y recibir el influjo de formas y colores que transformen su visión del mundo, la mayoría no pasa de la pintura naturalista, de las obras referenciales y anecdóticas que les muestre seres reales y formas reconocibles o de pequeños espectáculos que nadie sabe para qué se hacen.

Son cómodos, trasladan a la superficie plana de la obra esa naturaleza que ven todos los días y sólo les arranca nostalgias y suspiros de admiración cuando identifican a los protagonistas.

No tienen qué pensar en nada. Aún personas con cierto prestigio intelectual opinan que en este o en aquel cuadro se vislumbra la figura de un caballo. No son conscientes de lo que es el arte abstracto, para muchos ya pasado de moda.

Parecen no entender que no pasa de moda algo que aún se usa como medio de expresión y está ahí en todo su esplendor.

Por eso he dicho en repetidas ocasiones que “copiar la naturaleza es un acto irrelevante. Lo esencial es subvertirla para crear un universo propio, autónomo, capaz de enriquecerla con colores, formas y cuerpos nuevos para ella y para quienes la habitan. Lo más difícil es hacer que lo comprendan los demás. Por lo general el artista muere incomprendido”.

Además, afronto la duda metódica de quienes conociendo mis obras se preguntan cómo se puede pintar y escribir al mismo tiempo, si una actividad interfiere con la otra, si puedo pintar un cuento o escribir un cuadro.

No hay incompatibilidad. Las dos actividades son arte y cualquiera puede expresarse con ellas pues hay temas que pueden pintarse y otros que deben ser escritos. Hay que saber seleccionar por medio de la sensibilidad y la intuición para no equivocarse.

Así que mis obras pasarán a la bodega, no habrán cumplido su cometido de alegrarle la vida a quien las mire o le cause conmociones pues, como es bien sabido, todo depende de la cultura del observador.

Ah, si viviera del arte…

Comentarios