Hablemos de la Bienal

Benhur Sánchez Suárez

Me sorprendió la polémica desatada por la reciente definición del premio de la XVI Bienal de Novela José Eustasio Rivera, que se adjudica en Neiva. Sobre todo, que dos amigos hayan terciado entregando al público concepciones adversas al certamen.

El primero, Paulo Di Marco, argentino, ganador en el 2012 de la primera versión internacional, claramente acusa a los organizadores de fraude, y el segundo, Marco Tulio Aguilera Garramuño, cuenta con mucha certeza que a él lo llamaron para que participara y darle el premio en 1988, el primero en la historia de la Bienal.

De Pablo aún no sé de qué fuente provino la información que lo impulsó adelantar esta denuncia. Ojalá se aclare, porque ha sido mucha la chismografía que ha circulado, propia de eventos donde participan seres tan egocéntricos y envidiosos como los escritores.

De Marco Tulio, me sorprendió su revelación, porque fui jurado de esa primera versión de la Bienal y me consta que sólo hubo una discusión literaria entre Néstor Madrid Malo (q.e.p.d.), Gustavo Álvarez Gardeazábal y yo.

Isaías Peña Gutiérrez estuvo presente, como veedor del concurso, precisamente para garantizar la transparencia del proceso. Si Marco Tulio tuvo conversaciones con alguno de los jurados o de los organizadores (no lo creo), no fue conmigo.

Participé como jurado dos veces más y los premiados fueron Jesús Rincón Murcia y Winston Morales Chavarro. En ninguna hubo presión indebida, tampoco ningún jurado evidenció conocimiento de la autoría de las novelas presentadas, por tanto ninguna componenda, siempre tan despreciables.

Para mí es muy claro que la que se premia es la mejor novela del concurso, no la mejor del país y, ni por asomo, la mejor del mundo.

Y la Bienal es el resultado del esfuerzo de una región que tiene en José Eustasio Rivera su mayor exponente cultural y se enorgullece de ello. Su fundador y organizador, Guillermo Plazas Alcid, es, de lejos, el político más culto del Huila y el único interesado de corazón en el estímulo a las letras nacionales. Cualquier sombra que haya sobre el certamen literario es una ofensa al escritor homenajeado y a la figura del patricio liberal.

Y el ganador de la XVI versión, Jorge Eliécer Pardo, con su novela “Maritza la fugitiva”, es un autor de calidades probadas en la historia de la literatura nacional, dueño de una extensa lista de obras que han merecido diversos premios nacionales e internacionales, que no creo se preste para las componendas de que hablan los correos de las brujas.

Además, la amistad entre escritores es una obviedad no un delito.

Espero que se aclaren los malentendidos porque me siento ofendido como huilense, despreciado como escritor y ridiculizado como parte activa de la historia de la Bienal.

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