Lo que sube y lo que baja

Benhur Sánchez Suárez

Con mis escasos conocimientos sobre economía es poco lo que puedo aportar si se tratara de analizar la situación que vivimos hoy en día. Sólo puedo opinar desde mi condición de ciudadano que ve peligrar su confianza en una vida estable.

Dos cosas tengo claras: primero, que la economía es una especulación y no una ciencia y, segundo, que Colombia es un país habitado por arribistas sociales, conformistas y manipulados, dominados por amantes de la desgracia, amancebados con la corrupción y con la muerte.

Por eso no es difícil comprender por qué el ‘Nuevo’ (presidente), cuya campaña se basó en no más impuestos y salarios dignos, puede olímpicamente burlarse del país y amenazar con más impuestos, encarecer los ya existentes, reducirlos para los empresarios y pudientes con la disculpa de la competitividad y más empleo.

Su ministro de hacienda podrá demostrar con ecuaciones, reglas matemáticas, retruécanos inexplicables y una sonrisa de cinismo que el bien del país está en bajar impuestos a los ricos y aumentarlos para los trabajadores, encarecer la canasta familiar con el impuesto agregado extendido y aumentar el salario básico en un mínimo para que el país no se descuaderne.

Sus intenciones se entienden, claro. Si suben los impuestos y los precios y mi salario baja, porque los aumentos no serán equitativos, debo prepararme para ser un “consumidor inteligente”, como dicen los entendidos.

Yo, que no sé de economía, salvo el apoyo de la intuición, lo primero que debo hacer es revisar mi canasta familiar, reducir las compras necesarias a las indispensables, priorizar las básicas de supervivencia, reducir el entretenimiento al mínimo y eliminar los gustos de los que he disfrutado hasta el momento. Leer, viajar…

Así, creo, lo debemos hacer los colombianos de la clase media, de la baja, los que bajan, los miserables...

Las empresas y quienes producen lo que compramos, van a ver reducidas sus ventas por el estricto apretón de cinturones. Y pronto muchas pequeñas y medianas empresas comenzarán a cerrar porque no tendrán compradores. De donde se puede concluir que el altruismo de las reformas es una farsa. Solo paraíso para los corruptos y secuaces, asesinos y politiqueros. Porque el país así lo quiso.

Así que suben los impuestos y bajan los salarios. Suben los capitales de los ricos y bajan de estrato los empleados y trabajadores.

El sueño de los derechistas se cumplirá: un país de sólo ricos y pobres. Unos pocos ricos cada vez más ricos y una clase media pauperizada y condenada, sin posibilidades de movilidad social. Y creyéndose rica, que es lo peor.

Sólo especulo sobre el futuro que nos espera con el Nuevo, que a veces pienso en mi ignorancia no sabe lo que dice.

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