Cuando lo conveniente mata

En relaciones internacionales no hay amigos, hay intereses dicen los expertos. Sin duda eso fue lo que llevó al presidente Juan Manuel Santos y a su Canciller a dar un viraje total en las relaciones con el régimen totalitario pro FARC de Venezuela. 

Santos, con tal de diferenciarse de Álvaro Uribe, buscó en Venezuela y en Cuba los aliados para hacer la paz y así buscar un nóbel por ello o hasta la Secretaría General de Naciones Unidas. Teóricamente una ecuación perfecta que por ahora tiene a las FARC y al Gobierno sentados en una mesa de negociación. 

El error en el cálculo, y lo vimos esta semana, es que estos dos países son aliados es de las FARC y no de la paz de Colombia o de la democracia colombiana. Si algo quieren el régimen ilegítimo de Nicolás Maduro y sus secuaces cubanos son el éxito de las FARC en Colombia y la toma del poder de sus ideas a través de las armas o de cualquier otro medio. 

Por eso Maduro y sus gorilas reaccionaron como lo hicieron con la audiencia que Santos dio a Capriles. Este inaudito acto de dignidad democrática del Gobierno colombiano, porque la verdad al reconocer a Maduro legitimó el robo de las elecciones como un instrumento en Venezuela y en esos otros países donde todos los poderes son apéndices del líder populista, le mostró el peligro de jugar con Santos a quienes lo tienen todo calculado. 

Los Castro, el departamento américas y sus aprendices venezolanos no pueden permitir un desliz en su estrategia de tener en 2018 un líder populista en el poder en Colombia. Nuestro país y nuestro gobierno, el de Uribe y yo, fue una barrera de contención de ese cáncer populista que mata lentamente la democracia en nuestro continente. De ahí la aireada reacción pues Colombia es el objetivo y con las FARC, con Santos y con el proceso de paz la partida ya está bien avanzada. 

La jugada es simple. Primero, lavar la imagen y los delitos de las FARC a través de un proceso de paz con impunidad y elegibilidad. Segundo lograr la reelección de Santos y la caja de resonancia del Congreso para algunos altos dirigentes de la guerrilla. Tercero, lanzar un candidato que arrié las banderas populistas en 2018 y que con financiación de los billones en dinero del narcotráfico de las FARC y de la corrupción en Venezuela (ya lo hicieron en Argentina y en México no lo podemos olvidar) se tome el poder para quedarse en esas elecciones. 

Las FARC, Maduro y los cubanos ya encontraron el Rafael Caldera colombiano que abra las puertas a ese totalitarismo populista en Colombia. A Caldera se le puede excusar por su senilidad. Santos lo hace por vanidad y ansia de poder que ya nuestros enemigos la tienen medida. Saben que esa reacción es necesaria para aconductar a la ficha clave en este ajedrez y que los necesita tanto a ellos como ellos lo necesitan a él. 

Carter casi entrega Centroamérica. Chamberlain casi entrega Europa. Caldera entregó a Venezuela y Santos va por el mismo camino. La historia recuerda a Churchill, a Reagan y a Thatcher y va a hacer lo mismo con Uribe. Pero, como vemos, la tarea en nuestro país y nuestro continente todavía no termina. 

Credito
FRANCISCO SANTOS

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