En Bogotá canta el alma de nuestra raza

A la elección mediante un fenómeno de opinión de Gustavo Petro, como alcalde Mayor de Bogotá, sin duda el segundo cargo más importante de Colombia, le siguieron las consejas sobre la integración de un gabinete de altura ministerial como corresponde a la metrópoli.

El talento tolimense, muy contrario a lo que nos ha venido sucediendo en los gabinetes presidenciales donde los nuestros han brillado por su ausencia, -a excepción de la solitaria pero destacada presencia de nuestro paisano ius sanguini- Juan Carlos Echeverry, vio 2600 metros de altura encumbrar de responsabilidades a dos de los nuestros en las carteras más sensibles socialmente y de mayor compromiso programático del Alcalde, las de los más altos presupuestos pero así mismo de mayores demandas sociales, educación y salud, confiadas a Óscar Gustavo Sánchez y Guillermo Alfonso Jaramillo.

De la redacción emanada muy posiblemente de un cronista que desconoce a plenitud la hoja de vida y trayectoria del doctor Guillermo Alfonso Jaramillo, se dice estrechamente que posee un perfil menormente técnico, pero que su profesión le permitirá sin duda desempeñarse, es excusable esta precaria apreciación del redactor vuelvo y reitero por desconocimiento o falta de indagación, Guillermo Alfonso, no es importante por haber sido Gobernador del Tolima, Representante o Senador, Jaramillo Martínez, es sin duda uno de los tolimenses y colombianos mejor formados.


Permítanme a manera de ilustración resaltar, algunos aspectos, ya que de sus naturales revolturas juveniles, mucho se dice, pero no de sus acentuadas virtudes: como joven bachiller de bien prestó su servicio militar en la Sexta Brigada, apoyando en labores de alfabetización, en su primera juventud viajó a Noruega y allí estudió Agricultura y Zootecnia.


Al retornar a su país con lujo de detalle y competencia reconocida por la Universidad y sus colegas del Colegio Mayor del Rosario, se Doctoró en Medicina, adelantó estudios en diversas áreas de la salud como vías digestivas en Europa, y su especialización en el karolinska Institute, de Estocolmo-Suecia, (la institución universitaria de alta educación en medicina, más grande del mundo, un comité de este instituto es el encargado de la designación del premio Nobel de Medicina o Fisiología) a donde solo se llega por talento superior máxime si se es "cabeza negra", allí se graduó en cirugía cardiovascular pediátrica, y es uno de los mejores en Colombia, pero además es políglota, domina el inglés, el sueco, y no le son extraños ya sea el alemán, el francés o el italiano, es un lector voraz.


Conoce como nadie la pérfida Ley 100, jurídica y técnicamente hablando, entre otras cosas para combatir algo, hay que conocerla tanto o más como si se fuera a defender, su tiempo es muy bien aprovechado, no lo desperdicia en cócteles ni permite que el trasnocho y el licor -es abstemio- le quiten horas útiles.


Aunque es agnóstico y socialista profesa profunda y realmente valores Cristianos familiares y humanistas, y, conyugales conservadores como la monogamia con su devota Vilma.


Asimila de manera rápida conceptos como los jurídicos por ejemplo, y otros ajenos a su directa formación profesional, y tiene en materia de salud pública los logros de haber dejado el Federico Lleras al lado de Gilberto Barragán, en su momento, como uno de los mejores hospitales de ese nivel en la red pública, fue dedicado, atento y sumamente responsable con la salud de los tolimenses, hoy aparentemente condenada a muerte.   


De su actuar ético, respeto por lo público, sus actos anteriores hablan por él, sin que sobre advertir que en temas de contratación pública, recta y prioritaria inversión, depuración y cuidado en los procesos, es como dirían los islamistas profundamente fundamentalista.


Que bueno que esté cantando de nuevo en Bogotá y la Nación el alma del talante tolimense y que así siga, porque ahí vienen nuestros jóvenes preparándose y pidiendo pista, Vive Dios, que sí.

Credito
ALFREDO BOCANEGRA

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