Dos amazonas

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Parece un guión de la novela de Joao Corneiro: Avenida Brasil. Dos mujeres vuelven a enfrentarse. Una de origen campesino y pobre, la otra hija de europeos de clase media. La primera analfabeta hasta los dieciséis años, la segunda recibió educación de excelencia. La una se fogueó en las luchas sindicales y ambientalistas de la Amazonía; la otra integró un grupo marxista que tenía brazo armado originado en las universidades de los tiempos de la dictadura. Su primer choque fue en el gabinete de Lula. La entonces ministra de Medio Ambiente cuestionó a la jefa de ministros por avalar las deforestaciones para ampliar la producción sojera: perdió y decidió abandonar el gobierno del PT.

El segundo choque fue en las urnas: Marina Silva no pudo vencer a Dilma Rousseff, en el 2010. La exministra de Medio Ambiente apuesta a que la tercera sea la vencida. No está dicha la última palabra, pero la sorpresa de la campaña electoral ha sido el ascenso vertiginoso de la desafiante. Las encuestas confirmaban inicialmente que de pasar a la segunda vuelta el candidato “cardosista” Aécio Neves, el triunfo del PT estaba asegurado. Pero si entra al ballotage la candidata socialista, la certeza de la victoria petista se desdibuja. Por eso, cuando todas las encuestas pusieron a Marina Silva en la segunda vuelta, la presidenta comprendió que esta vez la combativa ambientalista amazónica podía derrotarla. Nada hubiera cambiado sin la tragedia en la que murió el candidato presidencial del Partido Socialista en la que la candidata a vice pasó a encabezar la fórmula presidencial.

El “efecto luto” la colocó al pie del segundo escalón, comenzó a absorber el apoyo de los sectores más pobres y postergados, que ven en ella lo mismo que habían visto en Lula: el hijo de la pobreza que llega hasta lo más alto. Dilma Rousseff tiene pasado combativo pero es de clase media, mientras que su contrincante ha sido siempre muy pobre y trabajó de mucama, por lo que sus logros conmueven más. A Lula lo caracterizó la paciencia infinita con los gobiernos más impredecibles de la región. Su sucesora fue menos paciente y dejó a la vista enojos, críticas y diferencias. Marina Silva insinuó en varios discursos que ella sí podría ir más allá. Si hay cambio de partido en el gobierno del Brasil, el gigante sudamericano podría pasar del discurso maquillador al discurso denunciador, a la hora de describir la verdadera situación del Mercosur, que tiene más síntomas de coma profundo que de vitalidad. De todos modos, aún no es seguro que Dilma pierda la presidencia. El actual estancamiento económico muestra los límites del modelo desarrollista brasileño y la corrupción sigue detonando escándalos en el partido gobernante, pero Dilma ha mostrado ser una funcionaría capacitada. Marina Silva ha dejado de ser la ambientalista políticamente virginal. Su salto del catolicismo a una iglesia evangélica tiene gusto a oportunismo y el apoyo de muchos grandes empresarios empezó a influir en sus discursos y propuestas. En Brasil no hay un duelo electoral entre populismo y anti-populismo. Lo que hay es otro duelo, el tercero, entre dos mujeres con estatura histórica.

Credito
ROBERTO SHAVES FORD D.

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