Donald…

Robert Shaves Ford

Un Barack Obama concentrado exitosamente en los temas de política exterior transita los últimos meses de su segundo mandato como presidente de Estados Unidos. Mientras tanto, los dos grandes partidos políticos norteamericanos tienen ya la mira puesta en las elecciones presidenciales del año que viene. Ellas definirán si, tras los ocho años de gestión del Partido Demócrata, el pueblo norteamericano volverá a elegir a uno de sus líderes o preferirá apostar al cambio, inclinándose por quien al final resulte el candidato del Partido Republicano.

Por el momento al menos, el universo interno de cada uno de esos dos partidos es bien diferente. Del lado del Partido Demócrata, la candidatura de Hillary Clinton parece inevitable. Nadie le hace demasiada sombra y la exsenadora ha adoptado una actitud que sugiere que tiene claro lo que sucede en su partido. En cambio, la situación del Partido Republicano es diferente desde que está sumido en una puja que hasta hoy contiene nada menos que a 15 precandidatos presidenciales, que muy pronto podrían llegar a ser 17. Ninguno de ellos tiene nada asegurado.

Una encuesta reciente sugiere que Donald Trump, pese a su grotesco discurso, lidera ahora la intención de voto republicana, con el 17% de las intenciones de voto, seguido por Jeb Bush, con el 8%; Scott Walker, con el 8%; Ted Cruz, con el 6%; y Marco Rubio, con el 5%. El resto de las intenciones se divide en pequeños grupos, entre todos los demás contrincantes.

El discurso de Hillary Clinton es esencialmente progresista. Ataca duro a los líderes de Wall Street y promete reducir las desigualdades elevando los ingresos de la clase media baja. Además, asegura que promoverá el aumento de la participación de la mujer en la fuerza de trabajo. En el plano económico, insiste en la necesidad de disminuir el componente de riesgo en el sistema financiero, para lo cual propone incrementar las facultades regulatorias del Estado.

Todo esto tiene en mente que, pese al claro liderazgo que detenta, hay un competidor que la corre por izquierda. Me refiero a Bernie Sanders, el senador de filosofía socialista del Estado de Vermont. La controversia con Sanders probablemente mantendrá a la sra. Clinton en un discurso anclado en la izquierda. Quizás por esto y para mantener a los líderes sindicales en su redil, la sra. Clinton se ha mostrado casi indiferente acerca de los insistentes esfuerzos del presidente Obama por liberar el comercio mundial apostando a los acuerdos comerciales que propone tanto para el área del Pacífico, como respecto de Europa.

Para el Partido Republicano en general el discurso de Trump es muy dañino. Por esto, cuando se miden sus posibilidades en una elección final contra Hillary Clinton, Trump pierde por 17 puntos. Esto es, por 51% a favor de Hillary Clinton y apenas un 34% a su favor. Ello es bien distinto a lo que ocurre cuando -en cambio- se mide a un político conocido y tradicional, como Jeb Bush, contra Hillary Clinton, donde la diferencia es de apenas 4 puntos. Donald quien me recuerda ese personaje de una tira cómica, tiene mucho… mucho… que caminar todavía.

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