La “ineptitud”

Robert Shaves Ford

Querían ganar una pelea por knockout, pero bajaron del ring y fueron al tablero de ajedrez para intentar, con serenidad, paciencia y concentración, llegar al jaque mate.

¿Por qué la oposición dio un paso atrás, tras haber entrado a la Asamblea Nacional como quien salta a un cuadrilátero? Porque entendió que a una guerra entre dos poderes del Estado la gana el que tiene de su lado al tercer poder. Y en Venezuela, al Poder Judicial ya lo había colonizado el Gobierno.

En la elección legislativa, la oposición logró un triunfo arrasador. Pero más que a sus candidatos, el 60 por ciento de la gente votó contra la “ineptocracia” y el “discursivismo” de Nicolás Maduro; un presidente que llena el vacío de ideas y de producción, con cataratas de discursos. Como si la evocación de próceres y la sobredosis de frases recargadas de simbolismo ideológico pudieran corregir la escasez de productos, la ineficiencia estatal y la hiperinflación.

El inepto presuntuoso que ocupa la Presidencia había quedado entre las cuerdas y la oposición quería noquearlo en los primeros rounds sobre el ring parlamentario. Pero un liderazgo que ha hecho de la trampa un hábito y del juego sucio una especialidad, pudo escabullirse antes de caer a la lona.

¿La clave? El Poder Judicial invalidó a tres diputados opositores, haciendo que el anti-chavismo se quede sin la contundente mayoría de dos tercios que había ganado en las urnas.

A la Mesa de Unidad Democrática (MUD) le tocaba decidir si marchaba a la guerra de poderes, que podía derivar en una guerra civil.

Hizo mal al colocar en la presidencia de la Asamblea Nacional a Henry Ramos Allup, un charlatán. Pudieron poner a alguien joven. El mejor modo de utilizar la experiencia legislativa de Ramos Allup era teniéndolo de estratega, pero no como titular de la Asamblea. La inmensa mayoría de los votantes quiso que el Poder Legislativo cambiara el rumbo del país, pero no que ese cambio sea una vuelta al bipartidismo decadente de las décadas del 80 y 90.

Para ganar una guerra de poderes hay que tener al tercer poder a favor. En Venezuela, el chavismo salió a conjurar ese riesgo ni bien terminó el escrutinio. Sin sonrojarse, el Poder Ejecutivo designó 13 miembros de la Corte Suprema. Y fueron esos jueces los que impugnaron a los tres legisladores amazónicos, impidiendo la mayoría de dos tercios con que la oposición habría podido marchar cómodamente hacia un referéndum revocatorio.

Sucede que la “ineptocracia” chavista está en descomposición avanzada y no da señales de recuperarse. Maduro muestra su incapacidad de entender las razones del derrumbe económico. La designación del sociólogo Luis Salas como ministro de Economía Productiva implica, incluso para muchos economistas bolivarianos, un salto al vacío. Si el reemplazo del Estado burgués por el “Estado comunal” no revierte rápido la improductividad y el desabastecimiento, la deriva bolivariana podría detonar un enorme estallido social.

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