El valor de una pasión

La pasión ha sido vilipendiada por los falsos moralismos.

Ha sido desviada en su cauce y tergiversada en su sentido por una cultura falsamente hedonista. Se la imagina en efecto como algo desbordado, sin cauce y sin medida. Se la asocia casi exclusivamente al sexo en su expresión más animal.

Frecuentemente se confunde pasión con apasionamiento, como también se confunde amor con enamoramiento. Los segundos al reverso de los primeros generan descontrol, alienación, fanatismos, anulación de la mente, pérdida de la libertad, desmoronamiento del ser.

La pasión no es mero sentimiento ni emoción aunque necesariamente ellos son sus compañeros. Porque la pasión es plenitud no puede ir divorciada de la razón y de la libertad pero tampoco de la sensibilidad, del corazón y del romanticismo.

“Terrible sería un mundo con belleza y sin amor, con verdad y sin pasión, con rectitud sin misericordia y con cortesía sin calor en el corazón” (Lin Yutang).

La pasión no es esclavitud, sino fruto de permanentes decisiones libres. La pasión engrandece y amplía los horizontes de nuestra conciencia y fortalece las raíces de nuestra voluntad.

Todas las grandes cosas han sido frutos de una gran pasión. Todos los grandes seres humanos han sido apasionados.
Los grandes pensadores no han despotricado ni temido, sino exaltado las pasiones.

“Anular las pasiones y apetitos para prevenir desmanes y peligrosas consecuencias es una forma aguda de estupidez” (F. Nietzsche).

“Son más de temer las cóleras que largo tiempo duermen” (M. de Montaigne).
Algunos la identifican con sufrimiento; para ellos las pasiones no se viven sino que se sufren y padecen. Hay ciertamente pasiones dolorosas. Las pasiones no se viven sino que se sufren y padecen.

Hay ciertamente pasiones dolorosas. Las pasiones exigen esfuerzo, lucha y sacrificio. Pero no se deben confundir dolor con sufrimiento, ni difícil con sombrío y triste.

Porque también el dolor y la lucha puede vivirse con alegría y las pasiones son por esencia alegres ya que son experiencias de plenitud.

Un ser humano que no vive apasionadamente no puede experimentar la dicha de la plenitud y es necesariamente víctima del tedio y de la mediocridad.

La pasión es el camino obligado de la realización humana, de la culminación de uno mismo, la expresión y experiencia de plenitud y autenticidad. Es la entrega entusiasta a algo por ese algo, a alguien por ese alguien no por aquello que deriva en nuestro provecho.

Apasionémonos de nosotros mismos, de la vida, de la dignidad humana, del servicio a los demás y al mundo, del cuidado y respeto a la naturaleza, de dejar huella, de vencer la muerte con la inmortalidad.

Credito
Reinaldo Suárez Díaz

Comentarios