Es grave porque sus tentáculos se extienden y penetran todos los estamentos de la nación. Lo peor: la sociedad, las comunidades urbanas y rurales, la misma iglesia y sectores de las Fuerzas Armadas se han dejado corromper por el dinero fácil y lo que de éste pueda aprovecharse.
Loable el esfuerzo concentrado que la FiscalÃa, ProcuradurÃa y ContralorÃa vienen desarÂrollando conjuntamente para detectar casos, identificar fuentes, explorar raÃces y orÃgenes, asà como para judicializar a los responsables. Pero no es suficiente. Como tampoco lo es la personal dedicación del señor presidente Santos al tema y el llamado público al Congreso, las Cortes, las entidades crediticias y en este momento electoral con mayor ahÃnco a los partidos polÃticos y las campañas electorales, al igual con el estamento electoral.
El problema afecta a la nación entera, desde el ciudadano raso hasta las más elevadas instancias del Estado. Se trata de un mal nacional y es la nación entera con sus organismos de poder y la ciudadanÃa honrada la que se debe comprometer a remediarlo. El ciudadano, en busca de cumplir requisitos de ley, paga a tramitadores ilegales para ganar tiempo, el profesional que exige coimas para asegurar contratos para sà y sus valiosos parientes; el funcionario que admite dinero para emitir votos polÃticos a favores de cualquier género, están contribuyendo a enriquecer la corÂrupción reinante y hacer más difÃcil encarar las soluciones adecuadas.
La ciudadanÃa debe ponerse en pie. Aplicar sanciones sociales al corrupto comprobado como cerrarle puertas de ingreso a clubes y asociaciones gremiales y profesionales. Repudiar a los que Âhacen alarde de trucos y mañas para burlar la ley y defraudar el tesoro público y los nuevos ricos en gracia al dinero malhabido en firme nos la pueden ganar, menos ante una coyuntura electoral donde el fraude cierne su sombra siniestra con trasteo de votos, alteración de resultados y mil formas y Âtrucos para llevar al poder a quienes no lo Âmerecen.
La corrupción, nadie lo puede negar, es en el momento actual el mayor de los males que afectan al Estado y a la sociedad colombiana. Peor que la inseguridad, la guerrilla, el narcotráfico, los desplazados, los ‘paramilitares’ y la politiquería.
Credito
Álvaro Valencia Tovar
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