Elecciones atípicas y extrañas

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En verdad las pasadas elecciones, aún inconclusas, en curso, responden al título de esta columna. Son atípicas, porque concurrirán a las mesas de votación jerarcas guerrilleros nada menos que de las Farc, el movimiento revolucionario comunista más reacio hasta ahora para concurrir a los llamados a negociar procesos de paz.

Recordemos la ‘silla vacía’ del Caguán: El silencio ante la invitación del presidente Julio César Turbay, el sostenido engaño a la paz ilusa del presidente Betancur, quien tras las conferencias de Tlaxcala y Caracas entre delegados del Gobierno y las Farc, reconoció la mala fe de éstas y al Comandante de la Séptima Brigada para bombardear Casa Verde en el Meta. De El Caguán, ni para qué hablar. Su conducta siguió respondiendo a la misma estrategia: aprovechar toda detención en la lucha armada como trampolín para saltar adelante con todos los medios.

Retomando el tema electoral, los comicios en curso prosiguen en la tónica atípica y extraña. Por primera vez en la historia republicana de Colombia, un presidente en ejercicio es al mismo tiempo candidato a la reelección, para lo que se requiere de una reforma constitucional, sea que se adopte el sexenio como lo propone el actual mandatario, bien la posibilidad de reelección inmediata o un cuatrienio de por medio, lo que tendría más lógica al impedir que el gobernante utilice el cargo a su favor. Sería conveniente derogar la prohibición de reelegirse, siempre que entre una y otra se interponga un cuatrienio.

La paz como propósito nacional como se desprende de todas las expresiones ciudadanas incluyendo las que podrían aparecer como oposición sistemática contra el Gobierno en ejercicio. Una cosa es la opinión razonada que es necesario y conveniente escuchar y hasta debatir para definir la bondad de la medida gubernamental o su inconveniencia.

Cuántas veces una voz solitaria que clama en el desierto, con el paso del tiempo resulta tener la razón y se convierte en triunfantes “yo lo dije” o tardías lamentaciones cuando ya no es posible dar marcha atrás, pero con un forzoso reconocimiento como en Colombia con la visionaria idea del general - presidente Rafael Reyes de fundar la Escuela Naval de Cartagena, con asesoría de un Capitán de Navío de la Armada chilena contratado por la embajada de Colombia en Santiago. Tan solo duró dos años. Cuando en 1932 estalló el conflicto amazónico, no teníamos armada ni aviación militar.

Credito
ÁLVARO VALENCIA TOVAR

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