Un país en reforma laboral permanente

La misión general de los gremios es representar a sus afiliados ante el Estado y la comunidad, con una gestión que debe ser tan equilibrada y éticamente intachable que permita la supervivencia sistémica de la democracia, la productividad nacional y la responsabilidad social.

La misión general de los gremios es representar a sus afiliados ante el Estado y la comunidad, con una gestión que debe ser tan equilibrada y éticamente intachable que permita la supervivencia sistémica de la democracia, la productividad nacional y la responsabilidad social. Como esta frase puede sonar demasiado etérea, uso la metáfora del organismo humano, que funciona como un sistema o una unión de sistemas. 

El ‘sistema músculo-esquelético’ y el ‘sistema circulatorio’ deben trabajar el uno para el otro, sin privilegios especiales para el uno u el otro, a fin de preservar al individuo como ser sistémico. Si el sistema musculo esquelético, por ejemplo, exigiera niveles intolerables de calcio, podría amenazar a los riñones y hasta el corazón. Esta metáfora, expuesta de manera elemental, recuerda la teoría de un reconocido experto en Administración, Peter Senge, autor del ya clásico best-seller ‘La quinta disciplina’, sobre la adecuada gestión para la supervivencia y éxito de las organizaciones.  

La dirigencia gremial hace parte del ‘sistema nervioso’ social, como elemento de interacción con los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial. Nuestro rol es, entonces, ayudar a que se generen elementos de racionalidad en una democracia como la nuestra. Y la experiencia política de casi tres lustros en Colombia, y en Suramérica, en general, demuestra que la democracia se puede marchitar y morir de cáncer, si se amenaza la productividad o se maneja mal la responsabilidad social.

Cuando nos referimos al tema de la responsabilidad social, llegamos al punto central de este análisis. Fenalco ve con preocupación el concepto que el órgano legislativo, el Honorable Congreso de la República, parece tener de este concepto, al legislar sobre el bolsillo ajeno, que finalmente es la misma fuente de aportes fiscales del Estado.

La inquietud que sentimos se ve claramente expresada con la avalancha de proyectos de ley, que tocan aspectos laborales, con la aparente buena intención de favorecer a todos los trabajadores colombianos. Sin embargo, en los resultados macroeconómicos prácticos, estas iniciativas parlamentarias terminan por poner en peligro la propia calidad de vida de nuestros compatriotas, nacida del trabajo digno y nunca de las utópicas arcas del Estado, como lo conocen bien algunos políticos de países vecinos.

Estos proyectos de Ley, que por la puerta de atrás generan una gravosa reforma laboral de cada legislatura, atentan contra la competitividad nacional y la supervivencia empresarial en un mundo tan competitivo. Supervivencia precaria, ante el incremento de costos laborales, los altos impuestos y trabas burocráticas, la ausencia de infraestructura y la endémica arremetida del contrabando.La misión general de los gremios es representar a sus afiliados ante el Estado y la comunidad, con una gestión que debe ser tan equilibrada y éticamente intachable que permita la supervivencia sistémica de la democracia, la productividad nacional y la responsabilidad social. Como esta frase puede sonar demasiado etérea, uso la metáfora del organismo humano, que funciona como un sistema o una unión de sistemas. 

El ‘sistema músculo-esquelético’ y el ‘sistema circulatorio’ deben trabajar el uno para el otro, sin privilegios especiales para el uno u el otro, a fin de preservar al individuo como ser sistémico. Si el sistema musculo esquelético, por ejemplo, exigiera niveles intolerables de calcio, podría amenazar a los riñones y hasta el corazón. Esta metáfora, expuesta de manera elemental, recuerda la teoría de un reconocido experto en Administración, Peter Senge, autor del ya clásico best-seller ‘La quinta disciplina’, sobre la adecuada gestión para la supervivencia y éxito de las organizaciones.  

La dirigencia gremial hace parte del ‘sistema nervioso’ social, como elemento de interacción con los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial. Nuestro rol es, entonces, ayudar a que se generen elementos de racionalidad en una democracia como la nuestra. Y la experiencia política de casi tres lustros en Colombia, y en Suramérica, en general, demuestra que la democracia se puede marchitar y morir de cáncer, si se amenaza la productividad o se maneja mal la responsabilidad social.

Cuando nos referimos al tema de la responsabilidad social, llegamos al punto central de este análisis. Fenalco ve con preocupación el concepto que el órgano legislativo, el Honorable Congreso de la República, parece tener de este concepto, al legislar sobre el bolsillo ajeno, que finalmente es la misma fuente de aportes fiscales del Estado.

La inquietud que sentimos se ve claramente expresada con la avalancha de proyectos de ley, que tocan aspectos laborales, con la aparente buena intención de favorecer a todos los trabajadores colombianos. Sin embargo, en los resultados macroeconómicos prácticos, estas iniciativas parlamentarias terminan por poner en peligro la propia calidad de vida de nuestros compatriotas, nacida del trabajo digno y nunca de las utópicas arcas del Estado, como lo conocen bien algunos políticos de países vecinos.

Estos proyectos de Ley, que por la puerta de atrás generan una gravosa reforma laboral de cada legislatura, atentan contra la competitividad nacional y la supervivencia empresarial en un mundo tan competitivo. Supervivencia precaria, ante el incremento de costos laborales, los altos impuestos y trabas burocráticas, la ausencia de infraestructura y la endémica arremetida del contrabando.

Credito
GEORGE WALLIS

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