Entre el amor y la amistad

.

Nuevamente, y por tercer año consecutivo, gracias a Fenalco, podré celebrar el ‘Día de los Amigos’, este sábado 15 de marzo. Y me pregunta todavía, mucha gente despistada, si esta celebración es equivalente al Día de San Valentín, celebrado originalmente en los países occidentales del Hemisferio Norte.

La verdad, para entendernos en términos muy nuestros, es que el San Valentín es una mezcla de Navidad atrasada con el Día del Amor y la Amistad, que en Colombia se celebra en septiembre y que algunos insisten en confundir con esta bienvenida nueva celebración de marzo. El Día de los Amigos tiene una orientación sentimental que es absolutamente diferente.

Por ello, el símbolo del Día de los Amigos no son las flores de San Valentín -aunque sea válido regalar flores, tarjetas y chocolates-, ni tampoco se representa con cupidos o los corazones del ‘Amor y Amistad’. De paso, no desconozco que algunos debíamos celebrar en este último día, en medio de tremenda confusión, a ciertos amigos o amigas especiales, con el peligro de que pensaran que son ‘amigos con derechos’, como la famosa película protagonizada por Natalie Portman y Ashton Kutcher, o que ‘acabábamos de salir del closet’.

Tremendas y dolorosas confusiones del pasado. Para entender de qué hablo, haré una disección del amor y la amistad, dos palabras ligadas en su origen (la amistad viene del latín amicitas, por amicitia, de amicus, amigo, que deriva de amare, amar), pero con una esencia profunda absolutamente distinta.

En realidad, la amistad es el más noble de los sentimientos, por encima del amor, que sin duda es más apasionado. Pero es que la amistad no es en esencia posesiva, como sí lo es el amor. La amistad es confiada: un amigo está dispuesto a aceptar que el otro pertenezca “de cuerpo y alma” a otra persona, y aun así darle todo su afecto. Pero, salvo casos excepcionales de amores como los de Sartre y Simone de Beauvoir, los amantes están marcados por los celos y el sentido de pertenencia del otro.

Dicen que el amor es una enfermedad, cuya etapa crítica de explosiones hormonales puede durar máximo algunos meses, tras los cuales se requiere de notarías y ritos religiosos ancestrales, para garantizar su eternidad. Esto es tan cierto que el amor apasionado se caracteriza por ser patéticamente meloso mientras la amistad es des-complicada, fresca y cuasi-vitalicia. Otro síntoma del amor, del glorioso amor, son los diminutivos ridículos con que llamamos a nuestras parejas y del cual nos burlamos tanto sus amigos.

Credito
GEORGE WALLIS

Comentarios