Fortaleza, lección de vida para los colombianos

El ser humano no es ni bueno ni malo. Somos una mezcla infinita de polvo de estrellas, con componentes caóticos y antagónicos, como es el Universo mismo, que alterna entre la vida nacida del sol con la destrucción de los agujeros negros. Por eso los colombianos somos, como decía Freud refiriéndose al ser humano, “eros y tánatos”, vida y muerte.

En efecto, los colombianos llevamos un largo ciclo de destrucción de la vida, de más de 50 años de odios profundos, de violar todos los derechos humanos para defender una visión de país de ultraderecha o ultraizquierda.

Pero en Colombia también tenemos una parte de seres comprensivos, capaces de entender el sufrimiento de los demás para pasar de un ciclo de destrucción a uno de creación. Y, en la medida que recibimos muestras de estarnos fortaleciendo en estos aspectos positivos de nuestro ser, podría ocurrir que estemos fundando así una nueva Colombia. El Campeonato Mundial de la Fifa, que entra a su etapa final esta semana, nos sirve para un análisis de casos.

Los recientes episodios de locura colectiva, nacidos de críticas, probablemente injustas, de personajes de otras sociedades que caricaturizan a los colombianos como una nación de adictos o traficantes de drogas, sirven de claro ejemplo de traumas que debemos superar.

De una parte, el error mediático de Nicolette van Dam, embajadora de Unicef, de compartir en redes sociales una imagen de Falcao y James aspirando cocaína, nos sirve para analizar nuestro comportamiento casi bipolar. Sin duda van Dam podría representar la dureza del corazón del mundo para interpretar los sentimientos de otros seres humanos como nosotros; y, si se quiere, la ‘modelo’ reflejó el desprecio etnocentrista de algunos europeos. Pero nunca, por estas razones, merecería que se le deseara la muerte, y hasta propuestas de empalarla y violarla, como leímos en grotescos comentarios en redes sociales, o acabar con sus derechos humanos a raíz de este infantil episodio.

Si Nicolette falló, al dejar traslucir una parte de ese tánatos de todo ser humano, miles, quizá millones de colombianos, brindamos al mundo una imagen más aterradora, con nuestra reacción cargada de violencia.

Pero, de otra parte, tan colombianos como los furiosos usuarios de las redes sociales que contra-atacaron a van Dam, la Selección Colombia mostró en el estadio de ‘Fortaleza’ la otra conciencia del país. Colombia fue tan fuerte, que pudo responder contundentemente, sin violencia ni excesos, a la violencia futbolística y las injusticias de sus contrincantes.

En Fortaleza, como capítulo final de este mundial Colombia 2014, recibimos inspiración para impulsar un cambio cultural de mentalidad; para aprender a competir por la excelencia y defendernos con respeto por las normas sociales; para impulsar desde los verdaderos líderes, como Pékerman y James, virtudes como la modestia, la solidaridad y el respeto a todos los demás, que recuerdan el eros freudiano.

Credito
GEORGE WALLIS

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