Tras la locura del mundial

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Una de las definiciones de locura, según el Diccionario de la RAE, es la “exaltación del ánimo o de los ánimos, producida por algún afecto u otro incentivo”. De acuerdo con esta definición el mundo acaba de terminar cuatro semanas de locura, que nos llevaron a dar una desproporcionada importancia a una fantástica “guerra” mundial entre 24 países y a descuidar nuestra propia vida real.

Al escribir esto, me viene a la mente la noticia del colombiano WaldemarAlmato Barón, un compatriota enfermo, quien robó una ambulancia en Santa Marta y fue detenido por las autoridades a 13 kms. del centro de salud mental, con la sirena de la ambulancia activada. “Suéltenme, que Neymar me está esperando” –habría dicho Almato Barón. Pero Waldemar no fue el único colombiano delirante durante el Mundial 2014…

Ahora que las luces del mundial se han apagado, que la voz y sensual figura de Shakira vuela en los confines del ciberespacio, que James es una leyenda viva, aterricemos en la realidad de Colombia.

Cosas buenas y malas: quizá el aspecto más positivo sea la competitividad de nuestra gente, encarnada por su equipo de fútbol. También resalta el surgimiento de una nueva cultura ciudadana, marcada por disciplina, respeto al mundo y actitud positiva en todos las circunstancias, ya sean alegres o tristes.

Pero, de otra parte, lo más negativo de Colombia es, paradójicamente, la vieja cultura de su clase dirigente, antecesorade la actual sociedad que proyectó su imagen más tenebrosa hace apenas 20 años, con la muerte de Andrés Escobar. La película Los dos Escobar, documental de Jeff y Michael Zimbalist, muestra esa otra Colombia que no queremos ver hoy, pero que sigue inserta en el corazón de nuestra sociedad.

En el documental, Andrés Escobar, el ‘colombiano’ ejemplar, es recordado por sus allegados como un espíritu bondadoso, de gran sensibilidad social, el ser humano que debemos promover para que este país encuentre su verdadero camino albienestar con equidad.

Colombia sigue siendo, a pesar de la bella promoción del mundial 2014, uno de los países más inequitativos del planeta, uno de los pueblos de peor desempeño en estadísticas de educación y uno de los más violentos.

Si James, hijo adoptivo del Tolima, es el símbolo de la nación que queremos promover, debemos cuidarnos de terminar de erradicar el legado de Tirofijo y el convicto Santofimio ídolos falsos y tenebrosos. Ellos tuvieron mucho que ver con la muerte de Escobar, cuyo espíritu siniestro deambula todavía por nuestras montañas y planicies “bajo sol del Espinal”.

Cada colombiano debe estar alerta para no rendir pleitesía a: vecinos exhibicionistas e irrespetuosos; empresarios salvajes, que matonean a sus empleados, hiriendo de muerte su competitividad;y políticos solo buenos para el discurso,pero faltos de ética e incompetentes. Si permanecemos así, atentos a no alimentar esa cultura nefasta, podremos ser campeones mundiales de sensatez social.

Credito
GEORGE WALLIS

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