Manual democrático para elegir

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La democracia es un asunto muy complicado. Pienso por ello que las escuelas deberían incluir en la agenda académica alguna orientación sobre cómo escoger nuestros gobernantes. Ahí se debería explicar, para comenzar, que no todas las convicciones morales generan tendencias políticas.

Por ejemplo, hay gente que elige candidatos guiados principalmente ‘por la honestidad’, pero el elegido, aún si es ‘muy honesto’, puede tener en mente una sociedad totalitaria dictatorial o una democracia liberal. Para ejemplo, Gustavo Petro, en Bogotá, y Luis H. Rodríguez, en Ibagué, son estilos diferentes, y muchos electores pueden haberse sorprendido al enfrentar la gestión de cada cual, escogidos por su honestidad.

Aún con este primer reparo metodológico de elección, no me preocupa su tendencia ideológica, que algunos preferirían cuidar. Creo, no aseguro, que son dos hombres básicamente honestos, con tendencias políticas diferentes, bastante cuestionados hoy en día en las encuestas de popularidad, y no tanto por su ideología como por la satisfacción del cliente-elector.

El quid del debate público de ambos sugeriría que, a las condiciones morales a la hora de escoger, se debe sumar la capacidad. Para elegir a un edil quizá solo se necesite que sea un buen relacionista de los intereses del barrio (hay ediles, desde luego, más competentes). Para escoger un parlamentario, además de honesto, se requiere de: ilustración en temas políticos, valor, estudiar y desear defender lo que considere el ‘bien común’.

Mas, si buscamos las competencias para una posición legislativa y el cargo a asignar es ejecutivo, estamos jodidos (perdónenme la franqueza de expresión tan popular). Verbigracia, como Petro, de quien reconozco que fue un excelente parlamentario, aclarando que no he sido de manera alguna su copartidario, pero terminó siendo un alcalde incompetente.

En efecto, Petro, que servía tanto a la democracia y al país como congresista, ha terminado por masacrar la calidad de vida de millones de bogotanos, en temas como el transporte, la recolección de basuras o la estabilidad jurídica de la que requiere el desarrollo. Y es que, como reclamaba su contendor Peñalosa en la campaña, Petro ni siquiera había administrado un parqueadero en su vida y quería la gerencia de la capital de Colombia.

Por su parte, creo que los ibaguereños se guiaron en campaña por el texto escrito en la página Web de la Alcaldía de la ciudad. Dice así: Luis H. Rodríguez, “un ibaguereño en el que Usted puede confiar. Luis H., quien nació hace 50 años en Ibagué, es el amigo cercano, leal, sincero, espiritual, es el hombre humano, sensible, respetuoso. Todas esas virtudes las posee, gracias a esa formación que recibió en valores…”.

No tengo por qué dudar de la buena fe de estas afirmaciones del Alcalde, pero no lloremos, conocidas sus competencias, por la deplorable calidad de ‘gerencia’ de temas vitales como el tráfico y el acueducto de Ibagué.

Credito
GEORGE WALLIS

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