Amelia y Afranio están de plácemes

Se conocieron a mediados de la década del 50 del pasado siglo, en su plena juventud

Su idilio maduró al son de los primeros folclores; él proveniente del cálido municipio de Piedras y ella es oriunda de la zona plana de Ibagué, terminaron comprometidos en esa antigua modalidad de asociación, el matrimonio, recibieron la bendición y la promesa de mantenerse juntos, en la prosperidad y en la adversidad, en ceremonia celebrada en la Iglesia del Perpetuo Socorro del Barrio Belén, el día tres de septiembre de 1961.

Eran tiempos en que este planeta tomaba distancia de la reciente Segunda Guerra Mundial, que le dejó a la humanidad además de sus masivas tragedias y avances científicos, la irrupción de ciertas modas para olvidar definitivamente la amargura vivida. Procurando sacudirse de tan infausta experiencia, tomaron una gran dinámica los amplios salones y los nuevos bailes; el disparado séptimo arte se vino con muchas historias para la producción de largometrajes, con actrices, actores e inspirados directores, que en forma maravillosa contaron a través de la pantalla grande las vicisitudes, los actos valerosos y los martirios de esta conflagración.

Pero el hedonismo de mitad del siglo XX no llegó solo; también apareció en el mundo una figura que con el tiempo contribuiría a romper la estabilidad de la familia, institución fundamental de la sociedad, había llegado y para quedarse: la moda del divorcio. Los grandes modelos humanos de éxito, lo eran más, de acuerdo con el número de divorcios que contaran en su haber, así fue como florecieron nombres como Elizabeth Thailor, Marylin Monroe y Marlon Brando, para contar solo tres. Poco importaba lo que pasaba con los hijos de estas parejas disueltas, su estabilidad anímica, la autoestima, el estado emocional, en medio del cual crecían y, la proyección de su vida futura; lo importante es que cada separación era objeto de grandes titulares de prensa, destacándose estos hechos como una verdadera forma de estar “en algo”.

El resultado no se ha dejado esperar. Lamentablemente, miles de hogares que han seguido este ejemplo, montados en la ola de los divorcios y las distintas formas de separación, con niños sin el reconocimiento ni el goce efectivo de la ideal unidad de pareja, están viendo a sus hijos llegar a las agrupaciones ilícitas, las compañías para matar a sueldo, la adicción a los narcóticos, las tribus urbanas, con que tratan desesperadamente de reemplazar al papá, la mamá y la unidad familiar que no tuvieron en su primera formación.

Lógicamente esta ola arrolladora se tomó al mundo entero, en apenas unas décadas países desarrollados y en desarrollo por igual; por eso, es tan valioso dar un acalorado ‘viva’ a Amelia y Afranio, pareja del tradicional barrio La Pola que acaba de conmemorar sus bodas de oro y está de plácemes, porque han desafiado cualquier obstáculo y, por encima de todo, han mantenido su amor y lo han fortalecido con el paso del tiempo. Contrario a quienes modelaron la fama separatista, ellos no serán olvidados, porque encarnan el nuevo paradigma que necesita el mundo: la unidad de la familia, la estabilidad de las parejas; serán un hecho de luz que se rememorará en los suyos y en todos sus allegados, cada vez que la tierra dé la cara al Sol. Muy buena y larga vida para los dos.

Credito
PEDRO LUIS ZAMBRANO C.

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