El desarrollo esperado para ibagué

Para todos los ibaguereños es conocido y de vieja data, que la Ciudad y en su totalidad el municipio de Ibagué, hace tiempo que dejaron de tener la importancia de otras épocas en el concierto nacional.

A la mente de la gente salta rápidamente la percepción de una historia que nos muestra en descenso, frente a otras capitales que antiguamente nos miraban con admiración y respeto. Ibagué era sede regional de instituciones nacionales, se tenían una tradición cultural y riqueza folclórica dignas de abundantes elogios; la producción y la riqueza agropecuaria locales eran notables y atraían las miradas de todos los puntos cardinales.

Estas facetas de una Ibagué ya olvidada, se deben recuperar, para hacerla valer como una capital que vuelve por su prestigio regional, con la voluntad  popular y con un liderazgo legítimo por parte de su administración local. Es necesario darle un rumbo diferente al de la ciudad dueña de los más altos indicadores de desempleo, bajos ingresos, frente a las urbes que la rodean, servicios públicos tan esenciales como el agua y la energía, que no soportan el arribo e inversiones de nuevas organizaciones productivas, que atraerán divisas para un mejor desempeño económico y social.

Obviamente para levantar el desempeño de una ciudad aquejada de las falencias acumuladas de la capital tolimense, son diversos los sectores que se deben desarrollar en forma armónica, pero, se deben tener en cuenta pilares como, la construcción y el mejoramiento de las infraestructuras de servicios públicos, no solo para las zonas residenciales sino también para las áreas de expansión, que constituye una notable debilidad local. Así mismo, la renombrada malla vial urbana y de conexión con el área rural, representa una gran limitante del progreso. Del mismo modo la vivienda, sobre todo de los estratos bajos, que sigue siendo notablemente deficitaria y cuyo mejoramiento implica un gran esfuerzo que la administración municipal debe afrontar con programas agresivos.

Las falencias en seguridad también son grandes, y aunque la situación es similar para todas las capitales,  este es  un asunto de primer orden y así se revela prácticamente en todas las encuestas y sondeos de opinión, por tanto, la actuación para garantizar la tranquilidad de los ibaguereños debe ser un empeño primordial.

Paralelamente a los anteriores sectores existen otras variables en las que se debe desarrollar un trabajo intenso, como la educación, para retener entre otras cosas a los niños y jóvenes en la escolaridad para su cualificación. En el frente social y el empleo, la nueva administración ibaguereña debe enfatizar en aunar esfuerzos y recursos, tanto locales como del gobierno nacional y de distintas formas de cooperación, para atender a las familias más sobrecogidas por necesidades elementales, con un enfoque diferencial que les preserve el derecho a la igualdad, bajo condiciones de corresponsabilidad; así debe apoyarse la pobreza, con nutrición, empleo, educación y formación de capacidades.

Los programas sociales deben integrarse con soluciones como las de vivienda, recuperación de la ola invernal y demás actividades intensivas en generación de empleo, para desarrollar sinergias de superación contra la crónica problemática de desempleo de la ciudad. Esperemos que en esta oportunidad el Alcalde elegido quede en la memoria colectiva, por saber frenar la tendencia decadente de Ibagué con acciones efectivas.  
 
PS. Para mi hijo Diego Alejandro Zambrano, quien hoy se titula como Abogado de la Universidad Externado de Colombia: “No existe mejor esfuerzo ni recurso más aprovechado, que el enriquecimiento de la inteligencia de los hijos colocado al servicio de los ideales que ennoblecen las familias y enaltecen la sociedad”.

Credito
PEDRO LUIS ZAMBRANO C.

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