El llamado de los indignados ¿llegará a Colombia?

El movimiento de los indignados sigue recorriendo el mundo, pegándose contagiosamente de un país a otro, contradiciendo la lógica esperada de que la desaparición del socialismo soviético en 1989, abriría el campo al libre mercado, al consenso de Washington, y con él, a la corriente neoliberal que por sucesivas décadas y sin ningún impedimento, habría de reinar.

No hay unidad total en las motivaciones que han inducido a los activistas que desarrollan este tipo de protestas en los distintos países comprometidos en ellas: en España, donde ocurre su surgimiento bajo el nombre del 15 M, en alusión a su aparición el 15 de mayo, lo hacen para protestar por la crisis económica, la corrupción, el comportamiento de la banca, el desempleo, el trabajo envilecido y la falta de representatividad que encuentran los ciudadanos en su clase política; en Bélgica, contra la clase política en general, sin distinción de partidos o regiones; en Francia, contra las injusticias sociales y el poder de los mercados y, por el rescate de los valores de la democracia; en Israel, contra el alto costo de vida y la falta de justicia social.

La forma de manifestarse tendientemente se remite a la toma reiterativa de lugares públicos, valorados como símbolos representativos del nacionalismo de cada país, como, La Puerta del Sol en Madrid, el Parque Elizabeth en Bruselas, la Plaza de Syntagma en Grecia, la Plaza de la Bastilla en Francia y en los Estados Unidos la Plaza Wall Street de Nueva York.

Aunque estos movimientos todavía no tienen unidad de motivos para sus manifestaciones, ni fuerza o ideología política que los aglutine, ni grandes consensos que encuentren el acompañamiento general en sus respectivos países;  sí se advierte que continuarán difundiéndose por todo el planeta, y que van a obligar a modificar mucho del proceder de la clase política y su alianza censurable con los poderes económicos y financieros, la exclusión social que padece una gran parte de la población, no solo en los países subdesarrollados, sino también en las llamadas sociedades del primer mundo.

Al observar el caso colombiano, es innegable que los motivos de muchos ciudadanos de manifestar indignación, son variados y cubren todos los campos de causalidad expuestos hasta hoy, para acudir a este tipo de protestas; la clase política pasa por la mayor escalada de desprestigio posible, afectada por la corrupción, la connivencia con irregulares y diversas formas de delito;  vastos sectores del empresariado han hecho alianzas para defraudar los fondos públicos y, la banca y el sector financiero, son vistos como sonsacadores legalizados del escaso presupuesto de la agobiada clase media, con exageradas tarifas por sus servicios. Y, por lo consiguiente ocurre con el sector social, ya que estamos tal vez en el país más desigual de América Latina.

Algo que sí está muy claro, es que el colombiano promedio tiene una muy alta capacidad de aguante, por lo cual, no cabe pensar que en el corto plazo habrá un poderoso movimiento de indignados o algo por el estilo en el país, capaz de amenazar el estado de cosas que compartimos, el manejo inequitativo del poder, la exagerada concentración del ingreso y la corrupción sin límites.

Pero, es previsible que este movimiento llegara a nuestra sociedad y no pasará sin dejar huella en ella, contribuirá a modificar varias de las costumbres existentes y a la realización de cambios, que por sí solos no ocurrirían. Ojalá que al menos nos levante del marasmo en que estamos.   

Credito
PEDRO LUIS ZAMBRANO C.

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