Los derechos de los animales

Los animales han recorrido con el ser humano la mayor parte de su historia, han estado con él, desde la misma separación del homo sapiens como una especie diferente en la escala de la evolución.

Son muchos los testimonios de la vida más antigua en que han estado presentes estas criaturas acompañando la raza humana, la cual se ha servido de ellas, en los mejores casos como compañía, pero, los ha tenido además como alimento y, han llegado a tal sus excesos, que muchos son tenidos en medio del mayor descuido, el maltrato y la violencia. Con otros animales se siguen montando espectáculos de crueldad en los cuales son heridos y muertos en medio de escenas de alta violencia.

Efectivamente, aún hoy, muchos siguen viendo a los animales como simples objetos, sometidos al libre albedrío de muchos de sus dueños, que no atienden en mínima forma sus necesidades de alimento, cuidado con su salud, y los someten a formas dolorosas de confinamiento, trabajo ilimitado o a la peor indiferencia.


Pero, en medio de todas estas circunstancias, en la dinámica de los tiempos, hoy comienza afortunadamente a reconocerse que los animales no son objetos, sino seres vivos, dignos de buen trato y sujetos de derechos, que no pueden ser maltratados, ni sometidos a sufrimientos o arrancados de su propio medio en forma indolente, como sucede con las especies silvestres.


La evolución hacia el buen trato y manejo de los animales, se hace perceptible en los últimos tiempos, en los cuales, primero se acepta que como seres vivos merecen ser vistos con consideración, y que, aun cuando la finalidad para muchos de ellos es servir de alimento, deben ser objeto de buen trato y ser atenuado el sufrimiento en su sacrificio.


Vale la pena entonces tener muy en cuenta como asuntos de importancia, los debates que hoy se están promoviendo en el mundo contra los espectáculos en los cuales los seres humanos se regocijan a costa de acciones que causan dolor, maltrato y muerte violenta a los animales, como ocurre con las corridas de toros, las peleas de gallos y festividades como el coleo.


Haciendo el seguimiento de todos estos festines, estos desafortunados ejemplares, como ocurre con los toros, son sometidos a viajes forzados, bajo condiciones de hacinamiento, son agredidos desde días antes de la corrida en que serán sacrificados y ya en el ruedo, la cosa es peor, duele ver como entran a la puya, para luego ser lacerados con varios pares de banderillas, sostenidas con filosos ganchos que siguen prendidos de su carne viva y, bajo estas condiciones, deben aguantar los tres tercios hasta llegar a ser pasados a espada en el momento de la muerte.


Cualquier estilo elevado al arte torero, cualquier exhibición de “garbo y salero”, en la llamada “fiesta brava”, no pasan de ser meras expresiones de insensatez, ante tanta crueldad contra un ser vivo, noble e instintivo por la embestida, al cual no se le debe corresponder con tanta impiedad.


No hay duda que los movimientos y expresiones en defensa de los derechos de los animales se van a multiplicar y hacer sentir, que estas maravillas de la naturaleza, tienen derecho a existir, bajo las mejores condiciones de vida y que nosotros los seres humanos, tenemos la obligación ética de facilitarles una existencia lo más digna posible.


Credito
PEDRO LUIS ZAMBRANO

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