Ahora, el carrusel de la salud

Todavía estando en medio de las investigaciones que rodean el carrusel de la contratación de las obras públicas, surge ahora otro escándalo tal vez de mayores proporciones,

afrontado decididamente por parte del nuevo secretario de Salud de Bogotá, el médico Guillermo Alfonso Jaramillo, tolimense que nos hace sentir contentos a sus paisanos, al saber que en él contamos con un líder de talla nacional, honesto y laborioso.

El Doctor Jaramillo viene denunciando en medio de la enfermedad ya crónica del sector, el otro gran carrusel que le está ocurriendo a Bogotá en los últimos años, el de la salud, más dramático y oprobioso que el de las obras, por cuanto toca directamente con la vida de las personas más pobres y que deben utilizar los servicios de estos centros públicos.


Pero el complot contra Bogotá vuelve a tener los mismos protagonistas, la misma red, representada principalmente por el poder detrás del trono, el hermano del Alcalde, quien posiblemente utilizaba en forma imponente su investidura de congresista, para facilitar un tráfico inicuo con los bienes del Distrito; unos incondicionales pseudoempresarios, como el Señor tapia, que no eran más que los encargados de licitar, ganar las licitaciones y llevarse el dinero, con propuestas sobrevaloradas, interventorías cómplices y contralor amigo, también acallado por el mismo delirio del vil metal y, muchos funcionarios de mandos altos y medios-.


Los resultados son evidentes, según el artículo de Semana publicado el viernes anterior, en 2005 al distrito Capital, le costaban anualmente los hospitales públicos alrededor de 500 mil millones de pesos, pero, sin duda por la corrupción devoradora, terminó presupuestando para 2010, 1.3 billones, con un crecimiento cercano al 160 por ciento, que nadie puede explicar, con base en las teorías económicas actuales, que preconizan que el efecto de la experiencia y la gran escala, llevan por el contrario a las administraciones a lograr la estabilización y/o reducir los costos unitarios de atención en este tipo de servicios.


Pero existe en la salud bogotana otro negocio expedito para defraudar el erario público que ha sido aprovechado al máximo por los defraudadores, la construcción de hospitales, también traído a cuento por el artículo referenciado, que explica como en la licitación del hospital de Bosa, se intentó construir a $3.000.000 por metro cuadrado, cuando en otros hospitales como el cardioinfantil se construyó a $2.200.000 por metro cuadrado.


Además, denunció el Doctor Jaramillo, el caso del Hospital Simón Bolívar, que al final no se hizo, pero que se giraron 39 mil millones de pesos, de los cuales solo retornaron 33 mil millones y comentó además el Secretario, que estos dineros se giraron estratégicamente como para favorecer amigos. A todo esto también se agrega el desastre de las ambulancias de lo cual mejor ni hablar, porque es otro capítulo purulento de saqueo de los recursos del Estado.


Pero, en estas tropelías con la plata de los bogotanos, están involucrados al menos en la etapa investigativa, no solo los hermanos Moreno, también lo está toda una agrupación de concejales, los cartelistas de la contratación, el anterior secretario del ramo, unos cuantos funcionarios y varios de los gerentes de los hospitales públicos, elementos humanos que se supone trabajaron en tejer la red para causar este otro desastre.


Definitivamente la corrupción sigue siendo un enemigo monumental de la transformación de Colombia en un país equitativo, ella sigue campante y así continuará esta bella patria, recordándonos que estamos en uno de los tres países más desiguales del mundo, al tiempo que albergamos una de las más descompuestas formas de administrar la cosa pública.


Credito
PEDRO LUIS ZAMBRANO C.

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