Lo que pasa hoy refleja un modelo adoptado hace rato

Hace 22 años se sentaron las bases del modelo aperturista por el que discurriría en las siguientes décadas el país.

En esta época se decidió incluir a Colombia dentro de la corriente que proponía abrir el mercado interno a todos los productos y servicios provenientes de otras sociedades, sin tener el cuidado de mejorar antes algunas variables en las cuales el país era débil, para enfrentar otras economías, muchas de las cuales eran más avanzadas tecnológica y organizacionalmente que nuestro aparato productivo y las infraestructuras viales  y de transporte locales. Se produjo entonces el ingreso de más productos foráneos, que trajo algunas leves disminuciones en los niveles de precios y el sostenimiento relativo del costo de ciertos bienes, sobre todo los de consumo.

Era obvio que en medio de esta situación, Colombia se transformaría en un país orientado a las importaciones de manufacturas alimenticias, de consumo intermedio y de algunos bienes de capital, inclusive, y se sabía qué sectores serían los afectados, lo que en efecto ha ocurrido.


Con el auge de las importaciones, buena parte del empleo que antes producían las organizaciones del sector productivo, sobre todo agropecuario, se han perdido o han migrado hacia la informalidad, operándose así una disminución en términos globales de la calidad del empleo.


Hoy, cuando la Junta Directiva del Banco de la República, contrario a lo que esperaba la mayoría de los líderes gremiales y de la producción, que tenían previsto que no se aumentarían las tasas de interés, para evitar que ingresen más dólares, atraídos por las ganancias derivadas del mayor costo del dinero, hecho que profundiza la crisis de la devaluación de la divisa y afecta los sectores exportadores, disminuyendo también sus niveles de empleo, decidió aumentar la tasa de interés en 0.5 puntos, se puede observar una de las consecuencias del modelo que redujo el aparato productivo.


Efectivamente, se produce esta medida no esperada, que va a tener bastantes detractores, justificada con argumentos como el expresado por el Presidente de la Junta, quien explicó que contrario al pensamiento de la mayoría de los líderes gremiales, seguía pesando más el hecho de restringir cualquier propensión inflacionaria inducida por un mercado de consumo creciente que se incrementa en buena parte a debe, con el deficiente respaldo de un aparato productivo estrecho, originado en el modelo aperturista proclive a las importaciones, que debilitó en el largo plazo al sector industrial, que cuidar el empleo del sector exportador.


Efectivamente, dentro de la concepción de desarrollo colombiano mencionada han tenido más énfasis el comercio y ciertos tipos de servicios, amén del motor de inversiones que resulta ser la minería; sin embargo, esta forma de crecimiento que no es homogéneo ni está respaldado por el llamado sector real, se sabe que no resulta sostenible en el largo plazo y, por el contrario, puede desembocar en deformidades que llevan a crisis, como la llamada enfermedad holandesa.


Se tiene entonces que ante la situación planteada por el crecimiento económico actual, los padres del control monetario, están escogiendo con su decisión, simplemente causar el mal menor, y preservar su propósito institucional de controlar la inflación.


Pero, todos tenemos la idea de que lo que debe suceder y se sigue necesitando, es estimular el desarrollo tecnológico e innovativo de la economía en general, con énfasis en la producción agropecuaria y el respaldo de unas estructuras fuertes de transporte, que en el mediano plazo hagan competitivo el producto colombiano, para ampliar y conquistar, primero que todo el mercado interno y avanzar en las exportaciones.

Credito
PEDRO LUIS ZAMBRANO CÁRDENAS

Comentarios