Se debilita el orden público

Los colombianos de las ciudades y los territorios en que no se está manifestando el conflicto, no percibimos lo preocupante de esta realidad, pero, existen lugares en los cuales se ha venido complicando el orden público, en particular desde el inicio del presente año, producto de las acciones armadas de la guerrilla y los demás irregulares.

Hay departamentos en los cuales están incrementándose los hechos de violencia, Nariño por ejemplo es un territorio que está siendo sacudido por distintas acciones de la subversión y el narcotráfico, que inciden negativamente en su economía.

Vale en medio de todo, recordar el clamor de su gobernador Antonio Navarro el año pasado, solicitando al Gobierno nacional una atención especial a esa región asediada no solo por la violencia, sino también por la pobreza y el decaimiento de sus sectores productivos.


Pero el conflicto agobia también en Norte de Santander, con distintos hechos de perturbación en la región del Catatumbo; en el Caquetá, en donde es permanente la presión de la guerrilla con la quema de camiones encargados del retiro del petróleo; en el Cauca en donde han muerto civiles víctimas de las bombas, como ocurrió hace poco en Villa Rica.


En medio de esta situación se destaca por el abandono a su suerte, el caso de Tumaco ubicado en el pacífico sur, zona de la mayor importancia estratégica, como una salida al desarrollo del país. Sin embargo, por su misma ubicación y características geográficas, ha sido escogida para el desarrollo de actividades ilícitas relacionadas con el narcotráfico, el comercio de armas y toda una serie de ilícitos, con los cuales se financian los grupos delincuenciales.


Tumaco desarrollaba una actividad económica abundante, derivada de la pesca e industrialización de productos del mar, el sector agrícola, con renglones pujantes como el palmicultor y cacaotero, el forestal, el maderero y en alguna escala reconocible, el turismo.


Sin embargo, durante los últimos tiempos ha venido decayendo su seguridad y consecuentemente su economía, al término que durante el último año ha sufrido el estallido de 10 bombas, los empresarios algunos han sido asesinados o ahuyentados, el desempleo se ha intensificado al máximo, y las calles ya no son de la gente buena, sino de las bandas que se han apoderado de ellas.


En el caso de Tumaco, se puede ver como una región pujante, si no se toman las medidas adecuadas y oportunas por parte del Estado, puede caer en manos de la delincuencia y convertirse en una tierra de nadie, en la cual no quedan sino aquellos que no tienen otra alternativa que soportar las tristes consecuencias de la violencia y el abandono.


Pero, en el campo de las soluciones prometidas, queda en el liderazgo de este territorio un sabor poco agradable, que consiste en que en las regiones decaen ante el incremento de la violencia, las alternativa que aparece en primer y casi único lugar, se concreta en el aumento del pie de fuerza, que como todos sabemos es una solución parcial que no soluciona de fondo los males verdaderos, la salida al problema debe pasar por la reactivación integral de la economía, las soluciones de empleo para la población, que debe tener opciones de desempeño en actividades lícitas, y unos programas especiales de lucha contra las actividades al margen de la Ley.


Estamos en el tiempo de que Colombia mire hacia Tumaco y evitar que esta situación se siga regando por el país. Y no se debe olvidar, que esta patria necesita un proceso de paz negociada.   

Credito
PEDRO LUIS ZAMBRANO C.

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