Libertad de secuestrados y proceso de paz

La libertad unilateral anunciada por las –Farc- de varios militares secuestrados está de nuevo poniendo sobre el tapete, el tema de un posible proceso de paz con esa agrupación guerrillera.

Además, ciertas manifestaciones del Comandante fariano Timochenco y del gobierno, han definido un ambiente, que por lo menos da lugar a pensar en unos futuros acercamientos, si se cumplen unas condiciones claras, como la entrega de la totalidad de los secuestrados y el pleno cumplimiento de la promesa de no volver a cometer este repudiable delito.

Muchas son las reacciones que está causando la sola idea que comienza a destaparse, en el sentido de que el Presidente Santos estaría buscando en forma secreta algún tipo de contacto inicial que abra alguna posibilidad para una futura negociación. Sin embargo, son muchas las reacciones que sobre el tema ya se están ventilando, se escuchan muchos sectores radicalizados que expresan que con las Farc no hay nada que hablar, y que lo único que sigue es darles golpe tras golpe hasta exterminarlas, otros, manifiestan la necesidad de que se abran las puertas del diálogo, ya que las casi seis décadas de conflicto con esa guerrilla tienen que terminar algún día, ante hechos como, ante la imposibilidad de doblegarlas en forma total por la vía militar.


Aquellos que niegan que en Colombia existen motivos para conversar con los diversos sectores de la sociedad, incluyendo desde luego a las FARC, sobre lo que debe hacerse para tener un país incluyente,  están alejados de la realidad o sencillamente no quieren reconocer la situación de muchos ciudadanos, que carecen de lo elemental; a quienes se les debe ofrecer igualdad de oportunidades y atacar vicios tan acentuados como, la concentración de la tierra, la riqueza y el ingreso en particular, en grupos cada día más reducidos de la población.


Lo que si debe admitirse es que las condiciones para el diálogo con las Farc han cambiado, frente a la situación que existía hace once años, cuando se daban las conversaciones del Caguán, la guerrilla ya no es hoy el actor poderoso de antes, y por el contrario, su capacidad de maniobra militar está limitada a atacar en grupos pequeños y a reducidas acciones de los milicianos, no obstante, se debe reconocer que su derrota total está lejos, pero, mientras tanto, los colombianos merecemos vivir libres de este conflicto que ha servido de matriz para que de sus entrañas surjan otras formas de violencia.


Esta es una razón suficiente que explica la necesidad de abrir el campo a un diálogo útil, con las Farc, en busca de los mínimos acuerdos que permitan el desmonte de esta antigua organización bélica y la reinserción en todos los sentidos, de sus miembros.


Entonces es de esperar que el Presidente Santos, que ha mostrado actitudes proclives a la solución de ciertas problemáticas por  vías de concertación, se anime a gastar parte de su capital político en la solución de este antiguo conflicto, y abra los espacios de conversación, en busca de lograr un clima de paz en todo del territorio.


Así se podrá alimentar el sueño de que las nuevas generaciones lleguen a ser libres de moverse y sentirse seguras en todo el territorio; todo está por verse, pero, ojalá llegue el tiempo de que tanto los subversivos como el gobierno se persuadan de que la mejor salida a las contradicciones entre colombianos, está en la mesa de negociación y no en mantener los territorios y la gente, limitados por efecto de la confrontación.

Credito
PEDRO LUIS ZAMBRANO C.

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