Brasil es un país lleno de historia, desde sus asentamientos nativos, pasando por la llegada de los portugueses, los tiempos de la Corona en Río de Janeiro y el importante desarrollo que hoy ostenta dicha nación. Los Brasileros se han destacado por sus hechos de grandeza, durante los últimos tres siglos han vivido sucesivas bonanzas: el oro, los diamantes, el caucho el café y el petróleo, entre otros, le han dado forma al país de hoy. Sin embargo, estos importantes sucesos, no han disipado del todo el lado sombrío de la pobreza y la marginación.

El amor que profesan por el deporte del balón, es indudable, no en vano, son los pentacampeones mundiales. Sin embargo, cuando el mundo esperaba un entusiasmo generalizado y expresiones contundentes de la gran hinchada futbolera, a solo unos días del inicio del campeonato mundial, ocurren numerosas protestas y desbordamientos de inconformidad, con diversos aspectos de la vida interna del país.

En las principales ciudades, la mayoría sedes de los partidos mundialistas, las manifestaciones de repudio no cesan, se ve amenazada la seguridad por los paros de la policía y hay protestas del Movimiento de Trabajadores Sin Techo MTST. Además, en lugares como Sao Paulo y el mismo Río de Janeiro, el transporte público entra en semiparálisis, por los ceses temporales en los colectivos, etc.

Es tal el ambiente de inconformidad, que aparecen hechos simbólicos que capturan la opinión, como el popular mural, en el que aparece un niño hambriento que llora, frente a un plato que no tiene comida, solo un balón de fútbol. También para la Fifa, surgen expresiones con un alto calibre ofensivo y vulgar: “fora Fifa” o “Fuck Fifa”.

Es lógico que algunos sectores de oposición extrema, se aprovechan de estos grandes eventos, para llamar la atención al interior y fuera del país; pero, para sorpresa, ocurre que este descontento cuenta con una favorabilidad de más de la mitad de la población.

Definitivamente algo está pasando en el Brasil, y sin duda, tiene que ver con un recalentamiento crítico de la caldera social, un hecho paradójico, si se tiene en cuenta que esta nación suramericana en los últimos tiempos ha tenido progresos en su lucha contra la pobreza. Sin embargo, es claro que no es suficiente lo logrado, por el contrario, hay mucha gente viviendo mal en el Brasil y la inconformidad sigue en aumento.