Mundial y nuevo gobierno

Abundan, por estos días, hechos que tienen al mundo y a los nuestros, atentos ante la realidad presente en los medios y en las redes de comunicación masiva, de los cuales asumo dos.

De una parte el Mundial de Fútbol, esta vez a diferencia de los anteriores, producto de los adelantos de la tecnología televisiva en que las jugadas se repiten con alta resolución y desde todos los ángulos, se están observando con nitidez, las jugadas, los aciertos y los reiterativos errores arbitrales.

Otra característica del Mundial es la protesta en medio de la realización de la justa futbolera, por parte de algunos sindicatos y organizaciones de base popular, que no entraron en la onda del pan y circo, y aprovechan la ocasión para presionar al Gobierno con paros y exigencias de solución a sus carencias, reclamos que a su juicio pueden recibir atención por la gran audiencia que tiene el evento. Parece que como tendencia global, sobre todo en los países con altos déficits sociales, surge como nueva táctica la intensificación de las protestas en medio de los grandes eventos.

Otro hecho notable es que los colombianos tenemos nuevo Presidente, sin embargo no deja de preocupar el ambiente polarizado que las campañas indujeron en la ciudadanía, los mensajes publicitarios de cada equipo y las comunicaciones lanzadas a la audiencia: en su mayoría no fueron constructivos, centrados en los planteamientos de los candidatos para solucionar los problemas de la gente, sino que procuraron el desprestigio del otro. Si bien se sabe que es inevitable que esto ocurra en cualquier proceso electoral, el que este fenómeno se acentúe también termina dividiendo a la sociedad en forma irreconciliable.

Para el futuro del país, es esencial lo que ocurra a partir de ahora, puesto que el gobierno, al menos en su comienzo, no tiene las amplias mayorías y las condiciones de gobernabilidad que se requieren para sortear las grandes decisiones que se necesitan en materia de paz, justicia, salud, educación, seguridad social y equidad, para solo citar unas de las áreas críticas; debe, además, afrontar la oposición de una buena parte de la opinión que le es adversa. Es imperativo, entonces, que la actitud del entrante gobierno sea prudente, tolerante, pacífica y lo más incluyente posible, puesto que ni siquiera es pensable que el ambiente hostil de la campaña se prolongue.

Credito
PEDRO LUIS ZAMBRANO C.

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