Volver a decir lo mismo

Pedro Luis Zambrano

Son varios los hechos trágicos conmemorados por estos días, que han dejado huella por mucho tiempo, no solo por el sufrimiento causado a las familias que resultaron afectadas por ellos, sino, por el desconcierto y la pérdida de credibilidad de los colombianos en sus instituciones, como resultado del actuar errático e ineficaz de los organismos encargados de investigarlos, enjuiciar y sancionara los culpables de tan lamentables pasajes de la historia nacional.

El magnicidio del excandidato presidencial conservador Álvaro Gómez es una situación que causa rabia, porque no se conoce después de dos décadas de su ocurrencia, de la existencia de un proceso serio en busca de los culpables, su familia ha soportado la amargura de tantos años de desidia y olvido estatal, ante este hecho conmovedor. Cualquiera piensa en la lógica que hay detrás de esta situación, que si no se investiga con efectividad un crimen como este ¿Qué puede seguir pasando con los asesinos que se ensañan en la gente humilde?

Hace treinta años, todo el país fue sorprendido con la toma del Palacio de Justicia por parte de un comando del Movimiento M-19, absoluto responsable de esta tragedia. Y todos vimos también la reacción ciega y desenfrenada de las fuerzas armadas, que en la retoma con la fuerza de las armas, no miraron en ningún momento la prioridad de proteger las vidas de las personas que estaban en el edificio.

La actuación más lamentable en los hechos del Palacio, fue la del Presidente de la República, porque debió hacer sentir su autoridad de Jefe de Estado y no entregar sin control el manejo de la situación a los comandantes militares. Mostró inaudita indolencia al rehuir hablar con el Doctor Reyes Echandía, Presidente de la Corte Suprema de Justicia, quien repetidamente buscó conversar con él para pedirle el cese al fuego que salvaría las vidas de todos los rehenes.

Las investigaciones deben comenzar por el mismo mandatario, como jefe de Estado y extenderse a todos los que teniendo autoridad civil o militar, por acción u omisión, permitieron que la fuerza brutal e irracional se impusiera sin control y se perdieran tantas vidas. Mientras no se busque la verdad y se haga justicia sobre estos hechos, los colombianos seguiremos diciéndonos lo mismo, que la institución de la justicia es un bien improbable en este país, y que a futuro seguirán ocurriendo cosas parecidas.

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