Volvió el paro agrario

Pedro Luis Zambrano

En un artículo anterior, comenté que las circunstancias de profunda desigualdad social que soportan importantes sectores productivos y de población, en tiempos de una economía menos próspera, alta corrupción y compromisos de inversión inaplazables, anuncian para Colombia una era de movilizaciones de grupos de campesinos y diversas organizaciones. Se originan así retos para el Gobierno, en busca de evitar desbordes, dar soluciones viables y mantener la estabilidad institucional.

Para comenzar, el paro agrario es complejo e implica cumplir por el Gobierno, el acuerdo suscrito en 2013, que contempla ejecutar una reforma rural integral, con cambios profundos para remontar el retraso del campo e instaurar sistemas de atención, que realmente eleven el bienestar de dicha población. En igual sentido debe actuar con las poblaciones indígenas y afrodescendientes, a quienes también les debe garantizar estabilidad social, ambiental y económica para sus territorios.

La dirigencia campesina, representada en su Cumbre Agraria, está haciendo exigencias, desde la creación de las zonas de reserva campesina, la protección del medio ambiente, el control a la minería criminal que lo amenaza gravemente, hasta la formalización de los pequeños predios de economía familiar y los baldíos, para las manos de los campesinos que los ocupan. Del mismo modo, presionan las poblaciones negra e indígena, que por mucho tiempo, han sido discriminadas negativamente y azotadas por todos los conflictos.

Las contradicciones se han venido intensificando, por los puntos de acuerdo que aducen los campesinos que se han incumplido del paro anterior. Estos pendientes se incrementan con nuevas peticiones, provenientes de una organización campesina y étnica, más convencida de sus mínimos derechos e impulsada por sus organizaciones de base, presionando por salidas reales y no promesas, para sus problemas.

Al paro agrario se suma otro de alta incidencia en la tranquilidad del país, el del transporte, los dos actúan como una tenaza sobre el gobierno y sobre los colombianos, ya que afectan la movilidad, las provisiones de los bienes necesarios para la vida diaria de la población, al igual que incrementan la inflación. Lo anterior ya se nota en productos como los medicamentos e insumos para la salud, algunos alimentos que comienzan a escasear y los suministros para el sector pecuario.

Habrá que esperar a que haya acuerdos lo más pronto posible y cesen estos paros, pero es evidente, por las desigualdades presentes, que las soluciones serán cada vez más exigentes.

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