Diez años de historia nacional para llegar al NO

José Germán Zarama De La Espriella

En octubre de 2006, los colombianos estábamos recién iniciando el segundo periodo de Álvaro Uribe Vélez, a quien elegimos con el 62% de los votos. Todos teníamos claro que Uribe iría con todo por las cabezas de las Farc, una de las razones principales para votar por él.

En febrero de 2008 el país se unió por una convocatoria cívica, en Facebook, a la marcha ‘Un millón de voces contra las Farc’. Esta marcha representaba una acción colectiva espontánea en varios lugares de Colombia, en respuesta a tanta inseguridad y violencia que nos había afectado desde hacía 44 años.

Apenas el 2% de la sociedad, según encuestas de la época, mostraban una simpatía por las Farc. Los demás respaldaban de una forma u otra la respuesta armada de un gobierno que había devuelto la seguridad y arrojaba resultados económicos generalizados.

Para 2010, hace apenas seis años, la mayoría de colombianos, que ya evidenciaban alguna fatiga con Uribe, elegimos a Santos para cuidar ‘los tres huevitos’. Y Santos no pudo hacerlo mejor. Apenas año y medio después de posesionarse, el Gobierno había dado de baja al primero y al segundo en el mando de la guerrilla ‘farquiana’. Y la economía seguía en ascenso.

A fines de 2012, empezaron las informaciones del plan secreto de Santos para acelerar el fin del conflicto, con un proceso de paz. Desde entonces, en apenas cuatro años, empezamos a revertir la posición social, de la casi unanimidad por la solución armada a una alternativa negociada. Se inició así un cambio total de paradigmas.

Los resultados del 4 de octubre, muestran una evolución social sorprendente. Esto ocurre cuando votamos en una de las mayores incertidumbres políticas de este siglo. Votamos ante la corrupción generalizada, liderazgo presidencial debilitado, economía a la baja y amenaza inminente de nuevos tributos. Aun así, casi la mitad de los colombianos, votaron ‘sí’ al cambio, que como todo cambio implica el valor de enfrentar cierta incertidumbre.

Yo, que voté por el sí, convencido, después de leer el ‘libraco’ de la paz y escuchar muy diferentes opiniones, considero alentadores estos resultados. Cierto que llegué a ilusionarme, como producto de las encuestas, con un avance social y económico más rápido, con las medidas del acuerdo. Cierto que ayer sentí cierto shock, con el resultado de las urnas. Pero hoy, con tranquilidad, repaso la película de diez años del plebiscito y me siento muy optimista.

De aquí en adelante, pasado el susto, nuestra suerte depende de la capacidad de unirnos para enfrentar tantas amenazas económicas y sociales que asumimos ahora.

Pero la tendencia en Colombia es a cambiar los paradigmas y la rapidez de estos cambios dependerá de la capacidad de generar confianza pública.

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