Vargas Lleras víctima de sus cambios radicales

José Germán Zarama De La Espriella

Hace 20 años el país vivía otro momento similar de indignación con la clase política. Estábamos al final del turbulento gobierno de Ernesto Samper, que desde antes de posesionarse había sido conmocionado por el escándalo llamado ‘Proceso 8.000’. El narcotráfico y la corrupción rampantes, sumados a la amenaza de la guerrilla al establecimiento, llevaron a la revista Foreign Policy a considerarnos ‘estado fallido’.

Sin convencer a Germán Vargas Lleras, el nacimiento de Cambio Radical (CR) ocurrió en enero de 1998, cuando un grupo de antiguos galanistas se separaron del liberalismo. Se trataba de un movimiento disidente que pretendía romper la continuidad y acabar con las viejas costumbres políticas del partido liberal consideradas corruptas. CR se fundó, de hecho, el mismo día en que los liberales elegían a Horacio Serpa, coprotagonista del Proceso 8.000, como candidato presidencial.

CR tenía entonces todo lo necesario para seducir a los colombianos inconformes. Su historia partía de la mítica figura de Luis Carlos Galán, considerado un mártir de la lucha contra la corrupción. Y entre los personajes más representativos de este grupo, estaban respetados políticos progresistas, que se habían enfrentado al régimen de Samper. Entre ellos recuerdo algunos nombres: Antonio Álvarez Lleras, el Ex-fiscal Alfonso Valdivieso, el Ex-Vicepresidente Humberto de la Calle, Néstor Humberto Martínez, y Rafael Pardo. También estaban, como en todo partido perteneciente al ‘sistema’, algunos personajes oscuros, hoy opacados por dos décadas de trayectoria politiquera.

Vargas Lleras, a pesar de su pasado galanista se había mantenido al margen de CR, pero no indiferente al interés de renovar la política. En 2002 se lanzó al Senado bajo el aval del Movimiento Colombia Siempre, una disidencia del liberalismo que apoyó la candidatura de Álvaro Uribe Vélez. En esta ocasión obtuvo dos curules y la tercera votación más alta del país. Es importante anotar en este punto que CR también apoyó al candidato Uribe, que encarnaba por entonces la lucha contra la guerrilla y la política tradicional.

Las coincidencias políticas, y su naciente liderazgo como símbolo de la lucha contra las Farc, acercaron finalmente a Vargas Lleras a CR. Cinco meses después de su posesión, Vargas fue víctima de un atentado con un libro bomba, al cual sobrevivió. Pero la pérdida de varios dedos en su mano izquierda, como producto del atentado, y su valiente recuperación personal, le concedieron cierto carisma heroico. Era natural que desde 2006, lo eligieran como conductor de CR, una especie de vehículo democrático.

Hoy en día cuando se dice que Vargas Lleras abandonaría CR para lanzar una candidatura avalada por firmas, parece buscar escapar del olor a corrupción. Pero esa salida del bus que subió gente contaminada, mientras Vargas era su conductor, más parece otro injusto coscorrón a su gente.

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