Mocoa y la tragedia de la otra Colombia

José Germán Zarama De La Espriella

La tragedia de Mocoa, ha despertado la solidaridad de los colombianos, especialmente en Tolima, que aún recuerda con tristeza a Armero. Y, como producto del desastre, Colombia empieza a conocer ese otro país olvidado. Mocoa, fundada en 1563, es una ‘ciudad’ más antigua que algunas de las grandes urbes de Colombia, como: Medellín (1616), Bucaramanga (1622), o Barranquilla (1629).

Hoy en día Medellín, Bucaramanga y Barranquilla, son algunos de los ejes más importantes de la economía y el desarrollo de Colombia. Pero Mocoa, capital del Putumayo (en quechua, putu-mayu, de ‘putu’: vasija de fruto de árboles y ‘mayu’: río), es testimonio doliente de subversión y narcotráfico.

Esa Mocoa, de ancestros incaicos (vertiente ingas), icónicamente representados en la figura del maestro Carlos Jacanamejoy, necesita que entendamos mejor su pasado para asegurar su futuro. Si la sabiduría de los antepasados de Jacanamejoy, su creatividad y espiritualidad, hubieran subsistido, no habríamos vivido esta tragedia urbanística en medio de la selva. Pero, ya no hay nada que hacer y el escenario del Putumayo actual, es una realidad que debemos enfrentar no solo con criterios antropológicos.

En esta enorme región, que va del Valle del Sibundoy, pasando por Mocoa y extendiéndose más allá de Puerto Leguízamo, se requiere mucha planificación. Y desde luego la historia y la sociología serán muy útiles si se acompañan de ingeniería y prospectiva urbana. Esto se deduce de una interesante entrevista radial (RCN) con un experto en el tema como Gustavo Wilches Chaux. Para Wilches, especialista en Gestión del Riesgo, lo ocurrido en Mocoa este fin de semana, podría evitarse a futuro con adecuada planificación territorial (los ‘POT’).

Según el experto en gestión ambiental, una vez atendidas las víctimas, con toda la solidaridad despertada, se deben identificar las causas de la tragedia. Solo de esta manera se puede evitar una repetición cíclica de esas condiciones, que pondrían en peligro más adelante a la reconstruida población.

Cómo recuperar a una comunidad devastada por un desastre ambiental es la pregunta. Para empezar, reconociendo las causas por las cuales se rompió el equilibrio de los primitivos pobladores con su medio ambiente.

Habría que rememorar entonces la inicial subyugación de los indígenas a manos de los colonos, y también la tragedia de las caucheras amazónicas. Luego estudiaríamos la relativamente reciente infamia del narcotráfico y la despiadada confrontación entre ‘paras’ y guerrilleros, que tomaron al Putumayo como campo de batallas.

Retomemos textualmente a Cháux: “la recuperación de una comunidad es como una araña y una telaraña. La araña es la comunidad y la telaraña es el objeto de intervención. El reto es fortalecer la araña que ha quedado viva, pero traumatizada, para que pueda poner al máximo toda su capacidad de crear una nueva telaraña. 

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