La Corte Constitucional y la izquierda entre las tradiciones y el futuro

José Germán Zarama De La Espriella

La Colombia que estamos construyendo se basa en el respeto a las diferencias. Luis Guillermo Guerrero, presidente de la Corte Constitucional, y Camilo Romero, gobernador de Nariño, ejemplifican ‘antagonistas’ personajes unidos por el respeto constitucional.

Guerrero viene de una estirpe conservadora, que conserva sus propiedades en plena plaza principal de Pasto. Su padre, Guillermo Guerrero, un intelectual y miembro de ‘la sociedad’ de Pasto, ejerció como alcalde de esta ciudad en 1953.

A diferencia de otras elites, la de Pasto logró mayor afinidad con las masas populares. Y lograron esto en una región de feudalismo tardío, donde las familias pudientes, como los Guerrero, se distinguían por la posesión de la tierra. El hecho de que tanto ricos como pobres hubieran sido víctimas ancestrales de una sangrienta revolución bolivariana ayudó a morigerar odios de clase. Aunque, los marxistas asegurarían también que tal solidaridad relativa debe buscarse en el catolicismo pastuso, el más fuerte aparato ideológico del Estado.

En 1970 familias como los Guerrero habían declinado en su liderazgo político, ante el empuje de protagonistas de mayor raigambre popular, arrancaban los liderazgos liberales, y también de izquierda radical.

Por su parte, Heraldo Romero Sánchez, hermano de Ricardo Romero, el actual alcalde de Ipiales y padre del gobernador Romero, representaba una sociedad nariñense distinta. La sociedad de Ipiales, mucho más liberal que la pastusa, tenía unas tradiciones políticas muy diferentes de los de la capital de Nariño. Ipiales fue mucho más cercana a las ideas independentistas que Pasto, su hermana cultural, y allá no se venera la ‘reacción antibolivariana’ de Agualongo. Agualongo, dicho sea de paso, fue un mestizo pastuso, pesadilla de Bolívar, quien retrasó la consolidación total de la libertad en Colombia casi seis años.

En todo caso, Heraldo Romero (1948) salió de Ipiales a estudiar en Bogotá, antes de que cumpliera sus 20 años. Por allá en 1968, era ya militante de la Juventud Patriótica (Jupa). En esta condición participó en los inicios del Movimiento Obrero Independiente y Revolucionario (Moir). Pero su salud no fue la mejor y, a raíz del padecimiento de un cáncer, falleció en Bogotá en septiembre de 1980, a los 32 años.

Treinta y siete años después, ya como Presidente de la Corte Constitucional, Yamid Amat entrevista a Guerrero. Empieza el artículo por señalar que “la Corte Constitucional” tiene, después de muchos años, a un presidente caracterizadamente conservador”. Las respuestas de Guerrero dejan claro su talante conservador, pero también su profesionalismo y su respeto democrático a la Constitución que defiende la Corte. Y una vez más, los polos opuestos de la sociedad nariñense, representados por Guerrero y Romero, representan afinidades teleológicas de paz. Ambos, a su manera, luchan por consolidar las instituciones y por el respeto a la Constitución de 1991.

Comentarios