La deuda social acumulada tras el paro de los profesores

José Germán Zarama De La Espriella

La incidencia estratégica de la educación como medio para alcanzar el objetivo de cerrar brechas sociales es incuestionable. Conscientes de semejante responsabilidad social, quienes de alguna manera estamos vinculados con el proceso de formación de los colombianos, sentimos enorme alivio con el fin del largo paro de Fecode.

Y es que la crisis generada por esta confrontación en el sistema de educación básica y media ha afectado directamente a millones de colombianos. Sí, 9 millones de niños que estudian en colegios del Estado, con sus respectivos padres de familia y acudientes. A esta cifra se podrían agregar 350 mil maestros que trabajan en los colegios oficiales del país.

Pero, indirectamente, esta problemática, que incide sobre la calidad de educación básica y media, ha afectado a todos los colombianos. Las instituciones técnicas y tecnológicas, como el Sena, cuya calidad y cobertura es bien reconocida, enfrentan la vinculación de aprendices con una formación deficiente. En muchos casos los estudiantes del Sena llegan con analfabetismo funcional. Y se denomina ‘analfabetismo funcional’ a la incapacidad de un individuo de utilizar sus competencias de lectura, escritura y cálculo, en su vida cotidiana. Ni qué decir de la carencia de conocimientos básicos de historia, geografía o bilingüismo, que ayudan en la vida laboral y empresarial del futuro egresado.

Por supuesto, estas limitaciones de formación básica y media, llevan también a que los egresados de la ‘educación superior’ tampoco sean profesionales internacionalmente competitivos. Aspirantes a abogados con deficientes competencias de redacción, prospectos de economistas o ingenieros con pobre formación en matemáticas, son ejemplos de tristes realidades profesionales.

Y claro, el común de los colombianos se enfrenta entonces a una competencia bastante desequilibrada por el empleo y las posibilidades de ser empresarios exitosos. Ciertamente arrancan con ventaja quienes llegan a la educación técnica y superior con las mejores bases adquiridas en colegios privados de buen nivel.

Finalmente, los derechos de ‘todos los colombianos’ consagrados en la Constitución están indirectamente afectados por la problemática del paro de Fecode. Los trabajadores y emprendedores colombianos con deficientes niveles de educación, generados por pobres insumos de educación básica y media, tienden a ser poco competitivos. Quienes sobresalen, por méritos propios, son aquellos que con iguales insumos y precarias condiciones familiares califican para programas como ‘Ser Pilo Paga’.

Y estos ‘pilos’, así como la crema y nata de los técnicos y profesionales colombianos, encontrarán con mayor facilidad su lugar en las grandes empresas. Las demás empresas, por su baja competitividad salarial, deben contentarse con ‘lo que la tierra da’. Y aun así queremos todos que se cierre la brecha social, se consolide la democracia y se desarrolle el proyecto de paz.

Solo esperamos que Fecode y el Gobierno asuman sus responsabilidades tras el acuerdo.

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