La milagrosa pócima constituyente

José Germán Zarama De La Espriella

Cuando las personas y sociedades se enfrentan a amenazas inconcebibles, inicialmente atraviesan cuatro etapas: negación, ira, negociación y depresión (según la teoría de Elizabeth Kübler-Ross). La quinta etapa del modelo es justamente la aceptación de la dura realidad: “No puedo luchar más y elijo prepararme para el desenlace inevitable”.

La tragedia del pueblo venezolano, que se rebela desesperadamente contra un régimen brutal, se identifica con este proceso sicológico. Uno diría, con respecto a la oposición, que ya atravesó las cinco etapas y está preparada para el inevitable desenlace. Este desenlace requerirá bien sea la enorme fortaleza de la resistencia civil o la crueldad de una guerra fratricida.

Si esto es así, como nos enseña la historia universal, más temprano que tarde los déspotas tendrían que caer. Y, en el caso del chavismo, no parece ‘descabellada’ la repetida predicción oposicionista de que Maduro caerá antes de finalizar este año.

Por su parte, el sistema social-bolivariano parece patinar recién en las primeras tres etapas, con una regresión a la negación, que propicia remedios ‘milagrosos’. Efectivamente, la enfermedad democrática terminal, que llevará al sepulcro a la ‘caraqueada’ revolución, ha llevado a creer que existen pócimas mágicas: las ‘constituyentes por decreto’.

Hago énfasis en las comillas para resaltar las diferencias entre la constituyente de Chávez y la de Maduro, surgida de la desesperación y el abuso. La primera nació con fuerte apoyo popular. La segunda, pretende hacerlo por las armas y en contra del deseo de las mayorías. La primera, consolidaba una democracia progresista. La segunda, aseguraría un elitista y cuasi-mafioso gobierno antidemocrático.

Si la Constituyente de Maduro llegara a nacer este domingo, tras la imposición de una asamblea constituyente, es muy difícil que sobreviva siquiera seis meses. El bloqueo económico y político del gobierno, rechazado por la mayoría de países de los cuales depende su viabilidad financiera, augura un doloroso final. Tanto más doloroso cuanto más indignante sea para un pueblo ya demasiado ‘bravo’ el nacimiento de la, más que madura ‘podrida’, constituyente.

Y, qué vendría tras la caída del social-bolivarianismo. En cuanto a Venezuela, han acumulado una riqueza incalculable de liderazgo político, de un nuevo grupo valiente y joven, lo cual aseguraría su renacimiento. El capital fugado de Venezuela volvería a casa. En cuanto a los aliados del chavismo temblarían, empezando por Cuba y Nicaragua, con riesgo de caer como fichas de dominó.

Pero, en lo referente a Colombia, la restauración de la democracia y la economía venezolana, sería una noticia tan bendita como la visita del Papa. La consolidación de un exitoso posconflicto nacional, pasa por eliminar las últimas bases guerrilleras del ELN en la actual Venezuela. Además, nuestra anhelada reactivación económica encontraría la mejor fórmula en reabrir los mercados venezolanos.   

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