La visita papal y los intereses políticos

José Germán Zarama De La Espriella

La inminente visita del papa Francisco a Colombia ha despertado preocupación o esperanzas, según sea la vertiente política colombiana y sus correspondientes prosélitos. Esto ocurre, no obstante los esfuerzos de más de un prelado para evitar que se fracture el rebaño católico. Pero, en realidad, aquí y en todas partes, ahora y siempre, la incidencia política del Papa es inevitable.

El tema de cristianismo y política es de muy vieja data. Hace 1700 años los seguidores de Cristo ayudaron a cambiar la historia política de Roma, con la asunción del emperador Constantino. Y, obviamente continúa en estos tiempos. Hace 38 años, una visita del papa Juan Pablo II a Polonia significó el principio del fin del comunismo soviético. Y en los tiempos que corren, la reciente visita de Francisco a Cuba tuvo efectos políticos. ¿Por qué podríamos pretender, entonces, que esta visita a nuestro país se vaya a desligar de la política?

Estos son los hechos históricos. Sin embargo, no estoy de acuerdo con que se haga proselitismo político con la visita del Papa, y menos si representa ‘el Gobierno’. Cualquier asesor de imagen, basado en simples principios estéticos, prevendría a los políticos de la vulgaridad de hacer propaganda proselitista con el viaje pontificio. Y es que, aunque no queramos, en la política se acata más veces la estética que la ética.

De otra parte, no creo que los verdaderos católicos necesiten que se les recuerde que el Pontífice coincide o no con una visión política. Ciertamente, quienes siguen al Papa ya conocen bien sus principios ideológicos y respetan sus criterios sociales. Pero, tampoco creo que los no creyentes vean con buenos ojos la manipulación religiosa de la política.

La posición de Francisco no tiene preferencias ni divergencias ideológicas con la izquierda ni con la derecha. Tampoco es de centro. Es una posición coherente con la doctrina de los Diez Mandamientos y la doctrina cristiana del perdón.

Con todos estos argumentos, el Papa no está obligando a nadie a volverse partidario de nadie. Pero los verdaderos católicos, quienes siguen dogmáticamente creyentes en el Papa, acogerán sus propuestas.

Muchos, seguramente con intereses políticos que riñen con la verdad, cuestionan la visita del Papa, dizque por derrochar dineros que se necesitan en causas sociales. Pues no estoy muy seguro de que ellos hayan sido los aportantes de diezmos o limosnas a la Iglesia, para decir en qué debe gastar su dinero.

Ese dinero fue donado en todo el mundo por muchas personas, equivocadas o no, para sostener una institución. La Iglesia Católica es, con mucha frecuencia, una institución que practica la beneficencia. ¿Pero, quién dijo que por ello tenía iguales obligaciones a una entidad pública o de beneficencia?

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