La Farc está sufriendo el karma de ‘las’ Farc

José Germán Zarama De La Espriella

Los feroces ataques al candidato Timochenko, han sido repudiados por su incoherencia tanto democrática como psíquica. Si algo ha tenido de bueno la participación de ‘la’ Farc en política es la legitimización de la democracia colombiana. También es la oportunidad de derrotar en las urnas, como han propuesto serios analistas, una propuesta ideológica que “validaba” la lucha armada. En el caso de esos agresivos proselitistas, parecen identificarse como individuos marcados por relaciones intensas e inestables, proclives a la manipulación de ciertos políticos inescrupulosos. No encuentra uno, entonces, justificación democrática o mental válida para tal proceder.

Pero una cosa es justificar y otra explicar los hechos. Y el rechazo generalizado a ‘la’ Farc, a nivel de encuestas y de hechos lamentables como el analizado, es plenamente explicable. Uno puede pedirle al pueblo colombiano que acepte el acuerdo de paz con ellos. Quizás esperamos, como la mayoría de la gente que goza de salud mental, que los perdonen, pero no podemos pretender que los olviden. Nadie está obligado a borrar de su mente experiencias traumáticas.

Lo mismo aplica, en todo caso, a los paramilitares y los delincuentes de todo tipo. Y la única manera de hacer catarsis de la memoria colectiva, es un proceso ético y profesional de reconstrucción de los hechos históricos. Mientras tanto, la memoria de la comunidad sobre su larga experiencia con ‘las’ Farc explica una especie de karma, que tendrán que soportar los ex-guerrilleros. Y el karma, que aplico a esta explicación sobre las actitudes antidemocráticas, es un concepto oriental de origen religioso. El karma se interpreta como una “ley cósmica” de retribución o de causa y efecto. Lo único que libera del karma es la iluminación.

El karma se origina en aquellas personas que hacen daño a otros, sin entender ni reconocer responsabilidad alguna en los efectos que dicha acción produce. Este no reconocimiento también ocasiona la reacción de feed-back (karma) incrementado, porque los actos que emprenden esas personas para salir del problema solo lo agravan. Este es el caso de la Farc (Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común) reencarnación democrática de la guerrilla de ‘las’ Farc.

Las Farc no surgieron, hace 54 años, como un grupo democrático. Fueron unos enemigos acérrimos de la democracia, representada por el ‘establecimiento’, que terminó derrotándolos en su objetivo de tomarse el poder por las armas. Cambiaron entonces en las negociaciones de paz la posibilidad de una sobreviniente derrota armada a mayor plazo, por la posibilidad de liderar una lucha democrática. Pero no lograron, convertidas en ‘la’ Farc, escapar al karma de su sanguinario amedrentamiento de la población. Irresponsablemente, tal vez, creyeron tener opciones democráticas, más allá de lo acordado. El “karma” explica entonces, aunque nunca justifica, las agresiones que hoy viven.

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