El ‘cambio’ generacional en Cuba

José Germán Zarama De La Espriella

La política presenta tendencias de cambio generacional no solo en Colombia sino en toda América Latina. Este es incluso el caso de Cuba, nuestra antípoda ideológica, que el próximo 19 de abril vivirá un hecho histórico con el retiro del presidente Raúl Castro. De esta manera concluirán casi sesenta años del régimen castrista que lideró la revolución. Once millones de cubanos asistirán entonces, la mayoría de ellos por primera vez en su vida, a una verdadera transición del poder.

En un país que tiene cinco vicepresidentes, el liderazgo del gobierno será entregado al primero de ellos, Miguel Díaz-Canel, quien nació en 1960. Díaz-Canel, con formación de ingeniero, es parte de una generación posrevolucionaria, que deberá conducir los cambios económicos que requiere la isla. Y dichos cambios requerirán no solo de una visión distinta, que permita la viabilidad económica de Cuba. Pero, por encima de todo, el nuevo Presidente requerirá una enorme prudencia política, al menos durante los primeros años de su gobierno.

Díaz-Canel ha dado muestras de pensamiento más liberal que el de sus antecesores. Por ejemplo, ha sido defensor de los derechos de la comunidad Lgbti y también de la no censura de Internet a los jóvenes ‘bloggeros’ isleños. Pero los cambios en la estructura del poder de Cuba no van a ser tan grandes como algunos se imaginan, la llamada generación histórica de los revolucionarios de la Sierra Maestra, mantendrá una profunda influencia por lo menos hasta 2021. El propio Raúl Castro conservará hasta entonces el control del Partido Comunista.

Aunque deba cuidarse del enfrentamiento con políticos de otra generación, los analistas internacionales consideran que Díaz-Canel deberá intentar seguir el camino reformista de China y Vietnam. Estos países lograron abrir sus mercados y permiten a sus ciudadanos una suerte de economía capitalista sin perder el control político. Pero, a menos que Díaz-Canel se fortalezca lo suficiente con el tiempo, estos cambios serán aún más difíciles en Cuba que en esos países asiáticos.

Lo cierto es que la economía cubana va de mal en peor desde hace años, y para rematar recibió un golpe con los estragos del huracán Irma en septiembre pasado. El principal soporte económico de la isla, Venezuela, vive una crisis terminal y esto ha afectado enormemente el intercambio comercial entre los dos países. Dicho comercio internacional se ha reducido en los últimos cinco años de $8.5 billones a solo $2.2 billones de dólares en 2016. Los efectos de esta crisis han elevado el déficit del presupuesto de Cuba al 12% del PIB el año anterior.

Por estas razones, el nuevo Presidente de Cuba deberá sortear la ortodoxia política de la octogenaria clase dirigente del Partido Comunista y empujar reformas económicas urgentes. Curiosas coincidencias de la historia latinoamericana.

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