El Guacho en surcos de dolores

José Germán Zarama De La Espriella

Walter Patricio Artízala es un inmigrante que casi nadie había oído nombrar en Colombia. Sin embargo, al día de hoy, no existen colombianos ni ecuatorianos medianamente bien informados que no estén pendientes de la suerte de ‘Guacho’. El asesinato de tres periodistas y el secuestro de dos ciudadanos ecuatorianos, por parte de ‘Guacho’, ha producido temor, rabia y frustración. Y no solo es conocido regionalmente, pues estos crímenes tienen implicaciones internacionales, al involucrar problemáticas políticas de paz, nacionalismo y narcotráfico.

Pues bien, Walter Patricio Artízala Vernaza, mejor conocido con el alias de ‘Guacho’, es el mismo sujeto antisocial que tiene en jaque a dos países. Por coincidencias irónicas ‘Guacho’ representa desde su mismo nombre una historia binacional de sociedades huérfanas, pobres y violentas. Para remitirnos a su etimología, basta con reconocer la trascendencia quechua no solo en Nariño sino en la historia y cultura colombiana. ‘Guacho’ es una palabra originaria del quechua cuzqueño, que se habla en el Ecuador, la cual significa “pobre, y también huérfano”. ‘Guache’, en efecto es un adjetivo muy colombiano nacida de este vocablo, que a partir del significado de ‘pobre’ adquirió el sentido de ‘maleducado’ y ‘violento’.

El disidente guerrillero ‘Guacho’, ciertamente parece encarnar un legado de orfandad, pobreza y violencia, de una amplia región fronteriza del Ecuador y Colombia. En realidad las provincias ecuatorianas de Esmeraldas, el Carchi y Sucumbíos, son parte de una gran grupo poblacional con el departamento de Nariño y Putumayo. Toda la región ha estado huérfana, hasta hace poco, de obras de infraestructura, políticas de seguridad efectivas y desarrollo económico. De hecho, nadie puede decir que estos problemas son ecuatorianos ni colombianos. La solución no parte, entonces, del señalamiento de culpas de unos u otros, del ‘negacionismo’, sino del ‘integracionismo’.

‘Guacho’, exguerrillero sanguinario convertido al parecer en idiota útil de las mafias transnacionales del narcotráfico, parece haber abierto sin querer las puertas de una integración fronteriza. No solo confluye la falta de visión política del terrorismo, representado por ‘Guacho’, cuando pretende poner de rodillas a las sociedades con sus dementes ataques. También por coincidencias históricas favorables la respuesta al desafío de ‘Guacho’ por el presidente de Ecuador, Lenin Moreno, quien tiene ancestros nariñenses, ayuda a que se propicie un momento integracionista. Esto puede trazar un profundo surco de esperanzas.

A propósito de surcos, podemos volver a la irónica etimología de la palabra ‘guacho’. Sucede que el imperio inca, que hablaba quechua, se extendió hasta el sur de Colombia, donde desarrollaron algunas variantes lingüísticas. En el dialecto pro quechua de Nariño, que heredó tantas palabras incaicas, ‘guacho’ significa ‘surco en la tierra’. Este surco, convertido por ‘Guacho’ en surco de dolores, es paradójicamente el símbolo visible de un posible futuro mejor.

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