Degradación de las normas sociales

El uso de todas las formas de lucha hizo que se confundiera la crítica legítima con el terrorismo, la sujeción a la ley con la confabulación y las alusiones a la patria y al patriotismo como fórmulas para amparar a pícaros y criminales.

En repetidas ocasiones en estos mismos renglones se ha insistido en el concepto de anomia, que es un colapso de gobernabilidad y que corresponde a la carencia de normas sociales o su degradación.

 

Como lo expresa Antonio Caballero en su más reciente columna en Semana a un numeroso grupo de funcionarios de gran protagonismo en los dos últimos gobiernos nacionales: “Se les olvidó que hay actos que son delitos”. A lo que se añade que acostumbrados a ese ambiente de impunidad consideran que les es válido hacer toda suerte de tratos, alianzas y trapisondas en procura del logro de sus objetivos personales que no eran ni son otros que el monopolio del poder para su usufructo y beneficio de ellos y sus conmilitones.

 

El desfile de funcionarios y congresistas adeptos al Ejecutivo por los estrados judiciales y los centros de reclusión son la clara evidencia de tan dañinas conductas. Más grave aún es el efecto colateral en la sociedad cuando observa que los más connotados líderes a quienes se les han brindado todos los honores y la ciudadanía les ha conferido los más altos mandatos desdicen de esa confianza y de manera soberbia actúan por encima de la Constitución y las leyes en un claro acto de degradación de la disciplina colectiva y de regreso a la ley de la selva y al todo vale para imponer su voluntad y arrasar con los contrincantes.

 

El uso de todas las formas de lucha hizo que se confundiera la crítica legítima con el terrorismo, la sujeción a la ley con la confabulación y las alusiones a la patria y al patriotismo como fórmulas para amparar a pícaros y criminales.

 

Algunos candidatos y organizaciones políticas no se han percatado de los drásticos cambios ocurridos en la percepción ciudadana en el último año, más cuando se ha destapado la cornucopia de ilícitos acumulados en ocho años de desmadre y creen que pueden impunemente aspirar a obtener la voluntad popular de la mano y al lado de antisociales convictos y confesos por cuenta de unos votos que puedan aportar los criminales.

EL NUEVO DÍA

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