Conexiones innegables

Cabe anotar, eso sí, que con la nueva administración de la DIAN y en combinación con la Policía Nacional son cada día más comunes la interceptación de los alijos y el control de las redes criminales de las que ya se conocen sus conexiones con el narcotráfico y el contrabando de armas.

Hace unos pocos años, en plena guerra total contra el narcotráfico y tras probar la directa conexión que este tenía con las redes de contrabando, se produjo un inusitado convenio: las grandes multinacionales del tabaco y el licor acordaron con el gobierno colombiano un control estricto de sus despachos a la región y un fortalecimiento de las empresas distribuidoras legítimas en el territorio nacional.

El convenio fue profusamente difundido, las etiquetas de los productos ostentaban frases alusivas al acuerdo y se registró un notorio efecto en las cifras de circulación en Colombia de cigarrillos y licores de contrabando.

Una de las medidas más eficaces consistió en fortalecer el monitoreo de los despachos a Aruba y las otras Antillas ya que con solo las cifras demográficas se podía deducir que lo que allí se enviaba tenía necesariamente que ser consumido en otros países.

A la par el gobierno colombiano puso en marcha un embate contra las redes colombianas de contrabando, acción en la que fue detenido el tristemente célebre "hombre Marlboro", el exsenador guajiro Santander Lope Sierra, quien por sus lazos con el narcotráfico hoy purga una condena de 29 años en prisión.

Por la misma época varios fiscos departamentales iniciaron acciones judiciales contra las grandes tabacaleras y productoras y comercializadoras de licores, con la intención de recuperar los impuestos dejados de percibir y, a la vez, cobrar los daños colaterales que el consumo de estos productos ocasiona en la salud de los ciudadanos y, por ende, en los costos del sistema de salud.

El pleito o los pleitos anotados entraron en la usual maraña judicial en las cortes de los Estados Unidos y las grandes productoras trataron de deslindar sus responsabilidades aduciendo que la comercialización recaía en empresas sobre las cuales no tenían ninguna injerencia y, mucho menos, responsabilidad. A la fecha se desconoce el resultado de tales procesos.

Por lo que se advierte en las informaciones de prensa, el control del contrabando cayó en un período de laxitud y volvieron a aparecer los grandes alijos en las rutas tradicionales: La Guajira, Córdoba, Sucre, Atlántico y Cesar y su comercio abierto en los denominados "sanandresitos", al punto de que las mismas autoridades reconocen públicamente que uno de cada siete cigarrillos extranjeros que se consumen en Colombia llega por la vía del contrabando y una estadística similar aplica a los licores extranjeros.

Cabe anotar, eso sí, que con la nueva administración de la DIAN y en combinación con la Policía Nacional son cada día más comunes la interceptación de los alijos y el control de las redes criminales de las que ya se conocen sus conexiones con el narcotráfico y el contrabando de armas.


Bien vale la pena que haya una mayor difusión de ese combate y de las funestas consecuencias de un tráfico que solo prospera con la indolencia y el consumo de los colombianos.    

EL NUEVO DÍA

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