Sobre el asbesto

De nada vale que se hayan encontrado numerosos subtítulos para el asbesto tanto por su resistencia al fuego como a su costo para las industrias como las de materiales de construcción, textiles, electrodomésticos y partes para automóviles, ya que las presiones en el Congreso por parte de los cabilderos de la industria han primado sobre el interés general.

La producción de asbesto o amianto y sus usos industriales ha sido prohibida en numerosos países desde 1982 cuando Suecia lo hizo y fue secundada por la Comisión Europea. Hasta 2012 no menos de 55 países han adherido a la veda con cifras tan ilustrativas y acciones tan radicales como las de Alemania que pasó de consumir arriba de 378 mil toneladas en 1975 a 189 toneladas en 2000, algo similar a lo acontecido en Francia, que pasó de 136 mil toneladas a 30 toneladas en el mismo lapso o al Reino Unido, que redujo el consumo de 137 mil a 244 toneladas.

Lamentablemente este no es el caso de Colombia, pues el país consumía 15 mil toneladas en 1975 y en 2011 subió el consumo a más de 20 mil toneladas.

Las razones por las que existe esta negligencia y esa falta de acción son meramente económicas pues ha privado la avaricia de los productores y fabricantes sobre el bienestar de los ciudadanos y, particularmente, de los trabajadores de las industrias relacionadas con tales productos.

La Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer adscrita a la Organización Mundial de la Salud, OMS, establece que “hay suficiente evidencia sobre la carcinogenicidad de todas las formas de amianto”. Y que “el amianto causa mesotelioma y cáncer del pulmón, laringe y ovario”.

Estima la OMS que al año se producen 100 mil muertes de cáncer derivadas de la exposición al asbesto y su efecto latente ha de producir al menos medio millón de muertes por cáncer para 2029.

La Organización Internacional del Trabajo, OIT, lucha desde 1986 por la limitación del uso de asbesto y desde 2006 viene abogando por la prohibición total. En ese sentido, se han adherido todas las organizaciones de trabajadores en el mundo y se han pronunciado las diversas federaciones sindicales.

Pese a todo el acervo científico, a los pronunciamientos de las organizaciones médicas y laborales en Colombia no se produce una radical legislación de protección para trabajadores y ciudadanos.

De nada vale que se hayan encontrado numerosos sustitutos al asbesto tanto por su resistencia al fuego como a su costo para industrias como las de materiales de construcción, textiles, electrodomésticos y partes para automóviles, ya que las presiones en el Congreso por parte de los cabilderos de la industria han primado sobre el interés general y cada año que pasa se salda con la muerte por cáncer de no menos de 320 colombianos y los padecimientos de miles más.

* Con información tomada del estupendo trabajo “La verdad sobre el asbesto” publicado por De la Calle, Londoño, López y Posada Abogados DLP.

REDACCIÓN EDITORIAL

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