Prevenciones que son efectivas

¿Qué se hace en Ibagué cuando los días muestran rutinarias y dañinas quemas en La Martinica y los montes tutelares y las autoridades permiten construcciones en terrenos deleznables o potencialmente peligrosos? Para no hablar de las tímidas o nulas medidas preventivas en el caso de una erupción del Volcán Machín, anegaciones en el cauce del Combeima...

En multitud de ocasiones las comunidades pasan por alto las enseñanzas que proporcionan eventos que afectan a otros conglomerados o no ponen el debido cuidado a las señales de alarma que lanza la naturaleza en su entorno. El resultado: trágicos episodios que, con un poco de precaución, podrían haberse evitado y ahorrado múltiples padecimientos o resultados irreparables.

De otro lado, cuando las comunidades establecen precauciones y se preparan ante posibles contingencias, logran que eventos potencialmente catastróficos se salden con un mínimo de perjuicios.

El último mes ha dado cuenta de los dos extremos. El primero, en el estado de Washington, en una boscosa región llena de naturaleza y árboles que se había convertido en sitio de retiro y descanso de muchas familias, se presentó un deslave que arrastró decenas de viviendas con un saldo de más de 30 muertos, un centenar de desaparecidos y daños incalculables.

Allí ni las autoridades ni las familias hicieron caso de las señales que enviaba la montaña que estaba siendo afectada por la tala continuada, unos bosques habían sido sustituidos por especies nada propicias para la clase de terreno y se levantaba viviendas que alteraban una superficie vulnerable.

En el otro extremo está lo ocurrido en el Norte de Chile, región azotada consuetudinariamente por terremotos y maremotos con dañinos efectos potenciales. La semana pasada se produjo, aguas afuera, un terremoto de 8.3 grados que tuvo como consecuencia un tsunami con olas que alcanzaron los tres metros de altura. El sistema de prevenciones y la disciplinada respuesta de la población hicieron que se saldara el episodio con un saldo de muertos muy bajo (la mayoría por eventos no atribuibles al movimiento telúrico) y con daños en propiedades que pueden repararse con el apoyo de todos los chilenos.

¿Qué se hace en Ibagué cuando los días muestran rutinarias y dañinas quemas en La Martinica y los montes tutelares y las autoridades permiten construcciones en terrenos deleznables o potencialmente peligrosos? Para no hablar de las tímidas o nulas medidas preventivas en el caso de una erupción del volcán Machín, anegaciones en el cauce del Combeima, preparación para contingencias a lo largo de la falla que cruza a Ibagué o la necesaria reubicación de Coello - Cocora.

EL NUEVO DÍA

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