A desescalar

Sería bienvenida una decisión que se enfocara en el desminado y para hacerla efectiva se acordara una zona donde habría de suspenderse las operaciones militares, la guerrilla revelara la ubicación de los artefactos de destrucción y (¿sería muy fantasioso?) que las partes trabajaran en la erradicación de los dañinos aparatos.

Tras la liberación del general Alzate, tres uniformados y la abogada, se realizaron en La Habana dos tensas jornadas que buscaban encarrilar de nuevo las conversaciones de paz. El objetivo se logró, como prueba fehaciente de que las partes toman seriamente el propósito, tal como se advirtió en la pronta respuesta de las Farc para la entrega del grupo retenido y la presencia de dos de los delegados del grupo insurgente en las diligencias de Arauca y Chocó.

Sin embargo y tras todo el suspenso, unos frentes del grupo guerrillero hicieron un atentado en la vía Panamericana que a más destruir la carretera voló no menos de 18 casas de gente humilde que se une al asesinato a sangre fría de un soldado, que genera el natural rechazo a actos absolutamente irracionales y salvajes.

Con base en los acuerdos mencionados se reanudarán las conversaciones el próximo miércoles, diálogos que se prolongarán hasta el 17 de diciembre y que contarán, además, con la presencia de un nuevo grupo de víctimas, que contarán sus padecimientos y, algunas de ellas, confrontarán a sus verdugos.

La palabra clave en las nuevas sesiones ha de ser desescalar, lo que equivale a bajarle la intensidad al conflicto, aunque se continúe con la premisa de dialogar en medio de la guerra. No será fácil hacerlo pues para el efecto será necesario encontrar a quien pueda verificar que las partes han jugado limpio y han acatado los acuerdos que pretenden morigerar la brutalidad de las confrontaciones.

Ideas hay muchas y cada uno imaginará que la suya es la clave que hará menos salvaje la guerra. Puede intentarse que la guerrilla libere a quienes aún tiene secuestrados e indique el lugar donde reposan los restos de quienes fallecieron o fueron muertos mientras estaban privados de la libertad.

Sería bienvenida una decisión que se enfocara en el desminado y para hacerla efectiva se acordara una zona donde habría de suspenderse las operaciones militares, la guerrilla revelara la ubicación de los artefactos de destrucción y (¿sería muy fantasioso?) que las partes trabajaran en la erradicación de los dañinos aparatos. Si el ensayo resulta exitoso (tendría que supervisarse) se podría multiplicar o expandir para ir ganando tiempo y al mismo tiempo trabajar en tareas ineludibles y necesarias.

Los hechos de paz irán facilitando los acuerdos y generando argumentos para la conciliación.

REDACCIÓN EDITORIAL

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