Editorial: En medio del debate político

Hacerse preguntas simples ayuda mucho al elector: ¿Dónde nació el candidato? ¿Cómo se conforma su grupo familiar y a qué se dedica? ¿Qué estudió y dónde (si acaso lo hizo)? ¿Quién lo acompaña y apoya? ¿Cuál fue el origen de su fortuna (si la tiene)? ¿Qué partido lo avala y cuál ha sido la experiencia con los pasados avalados?

Una mirada retrospectiva al devenir político del presente siglo permite al elector obtener una mirada crítica del escenario, los protagonistas, las posiciones en temas imprescindibles, las proyecciones de sus propuestas y, por sobre todo, la responsabilidad de los partidos y los personajes respecto de lo acontecido.

De hecho el ciudadano corriente ha tenido oportunidad de presenciar cómo fuerzas políticas, otrora dominantes, han perdido vigencia ante agrupaciones circunstanciales organizadas alrededor de un personaje o de intereses pasajeros y particulares.

Un ejemplo claro de lo anterior fue lo ocurrido a las agrupaciones que por más de un siglo se disputaron la hegemonía política. Los sucesos del presente siglo hicieron que uno se sometiera a los designios absolutos de un caudillo por no atreverse a poner en juego la burocracia o las porciones de poder sobre las que se basa su vigencia; el otro, el Liberal se atrevió a desprenderse de las posiciones y sus parcelas de poder. En poco tiempo pudo presenciar cómo muchos de sus cuadros más representativos (y con ellos los electores cautivos) desertaron para resguardar sus feudos. Sin querer queriendo se produjo una auspiciosa depuración en las toldas rojas, ya que muchos de los más controvertidos partidarios anidaron en otras opciones más cercanas a la coalición de gobierno. Lamentablemente esta situación fue temporal, el paso por el desierto dejó muchas heridas, disminuyó notoriamente las huestes y la nostalgia del poder pudo más que la ideología y las posiciones ante las complejas circunstancias del país, para volver al criterio de apoyar no al que tiene la razón, las ideas o los antecedentes sino al que tiene una maquinaria engrasada y con posibilidad de triunfo, aunque sus actuaciones y las de quienes lo rodean no superen el más simple escrutinio.

Por supuesto que lo ocurrido con los liberales acontece en casi todas las otras organizaciones políticas en las que los méritos no tienen lugar como sí lo tienen la maquinaria, la corrupción y las más controvertidas ejecutorias.

Es preciso señalar que tales conductas se escenifican en todos los departamentos y regiones y, como se decía, no se pueden exceptuar partidos ni movimientos.

Hacerse preguntas simples ayuda mucho al elector: ¿Dónde nació el candidato? ¿Cómo se conforma su grupo familiar y a qué se dedica? ¿Qué estudió y dónde (si acaso lo hizo)? ¿Quién lo acompaña y apoya? ¿Cuál fue el origen de su fortuna (si la tiene)? ¿Qué partido lo avala y cuál ha sido la experiencia con los pasados avalados?

Lo importante es resolver esas preguntas antes de las elecciones y no cuando no haya remedio y el mal esté hecho por otros cuatro años.

REDACCIÓN EDITORIAL

Comentarios