Editorial: Lo de Cartago

Ya se sabe como terminó todo, que resulta similar a como se dirimen las disputas cuando están de por medio tan explosivos ingredientes y que las comunidades que no han llegado a tal estado de cosas deben tomar como ejemplo de lo que no se debe dejar prosperar y parar a tiempo.

En estas líneas en la edición de la víspera se comentaba sobre el asesinato del candidato a la Alcaldía del violento municipio de Cartago, José Ignacio Londoño Zabala ‘Nacho’.

Era Londoño de una familia de influyentes políticos de la región, habida cuenta que sus dos progenitores ocuparon varios cargos de elección popular (su madre fue alcaldesa) y que Cartago, que apenas tiene 130 mil habitantes, llegó a tener en un momento en el último decenio del siglo pasado nada menos que cinco congresistas simultáneos.

También hay que decir que debido a las violentas confrontaciones políticas en que intervienen políticos, narcos y paramilitares ha existido un permanente estado de inestabilidad, que se refleja en el hecho de que en los 10 recientes años ha habido 10 alcaldes.

Londoño no era propiamente un elemento político, ya que su campo de acción había sido el ejercicio del derecho penal y sus clientes habían sido una especie de quien es quien de lo más destacado de la corrupción, las organizaciones paramilitares y los narcos, a los que se unió recientemente el famoso “hacker” Sepúlveda.

Ya se había reseñado a algunos de los más destacados protagonistas de la actividad en Cartago, muchos de ellos como el extraditado ‘Rasguño’, ‘Don Diego’ y ‘El Alacrán’ (los dos últimos estrechamente vinculados al Tolima) fueron sus defendidos. También el mismo ‘Rasguño’ lo señaló como intermediario entre el cartel del norte del Valle y el presidente Samper y el exministro Serpa como vinculados al asesinato de Álvaro Gómez. Teoría de una conspiración que nunca fue probada ni existen elementos que la sustenten distintos a las palabras de ‘Rasguño’. En otra especie lo vinculaban en un supuesto aporte de 12 millones de dólares a la campaña del presidente Santos, que se sostiene también en especulaciones para las cuales no se ha aportado prueba alguna. La última lucubración lo señalaba como un informante de la DEA que, por la misma razón, andaba sin preocupaciones por doquiera.

Lo que sí tiene múltiples testigos, muertos de por medio y saqueo impune son los abusos cometidos en la Administración municipal de Cartago, que maneja 100 millardos de pesos anuales y las empresas municipales Emcartago que tienen un presupuesto de 71 millardos de pesos, una nómina oficial de 200 personas y una paralela de similar tamaño. A lo que se añade que en los años recientes el poder detrás del trono ha estado en manos de un ciudadano llamado José Ignacio Mira Peña, a quien apodan ‘Capitan Mira’ o ‘Gafas’ y al que los alcaldes y funcionarios públicos tenían que rendir informes y poner a disposición los recursos y las posiciones.

Mira y Londoño tuvieron una agria discusión recientemente pues Londoño había reemplazado a su hermano en la aspiración a la Alcaldía, aparecía como favorito y en sus discursos aseguraba que habría de acabar con la corrupción y el saqueo en el municipio.

Ya se sabe como terminó todo, que resulta similar a como se dirimen las disputas cuando están de por medio tan explosivos ingredientes y que las comunidades que no han llegado a tal estado de cosas deben tomar como ejemplo de lo que no se debe dejar prosperar y parar a tiempo.

REDACCIÓN EDITORIAL

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