Editorial: Testigos de cargo

Habrá muchos incómodos con lo que se va sabiendo y serán legión los que calificarán de montajes e infundios las denuncias de los jefes criminales; pero es de la boca de quienes hicieron parte de tan horrendas acciones que se va conociendo la dolorosa verdad.

El desfile de paramilitares que desde las cárceles y los estrados judiciales señala el contubernio existido entre altos funcionarios del Estado y las bandas criminales no cesa. Bien sea extraditados, procesados, condenados o que hayan cumplido la pena y se encuentren en el exilio. Las historias concuerdan y se entrecruzan dando cuenta de los macabros nexos que se saldaron con miles de muertos y desaparecidos y millones de desplazados. A pesar de la truculencia de las revelaciones el país necesita ir al fondo de la verdad.

En esta ocasión el que soltó la lengua, en tres largas sesiones en una cárcel en Miami, fue quien fuera en una época jefe civil y militar de Medellín, el tristemente célebre Don Berna, que responde al nombre de Diego Fernando Murillo Bejarano.

Son más de 10 horas de declaraciones de las cuales se han hecho públicas apenas 12 minutos y la pequeña porción ha servido para alborotar el ambiente y producir declaraciones que van desde las familias de algunos de los asesinados, en esos tiempos de sangre, hasta de los incriminados que, como es usual, asignan las revelaciones a odios, conspiraciones políticas y venganzas.

En las grabaciones dadas a conocer Murillo hace énfasis en lo ocurrido con las muertes de Jaime Garzón, Jesús María Valle y Eduardo Umaña Mendoza y señala las dañinas alianzas con conocidos funcionarios, entre los cuales se destacan el general (r. ) Rito Alejo del Río (condenado); el exsubdirector del DAS, José Miguel Narváez (procesado); el jefe de las AUC, Carlos Castaño (asesinado por sus aliados); el exdirector del Gaula de Antioquia y Jefe de Seguridad de Álvaro Uribe, Mauricio Santoyo (condenado); el exsecretario de gobierno de Antioquia, Pedro Juan Moreno (muerto en un accidente de helicóptero); un general Hernández (agregado militar en Chile) y un coronel Plazas.

Habló también de los cuatro autores materiales del crimen de Garzón (todos muertos) y de un paramilitar denunciante de lo ocurrido en la masacre del Aro y de los cómplices en esa atrocidad, Francisco Enrique Villalba Hernández (asesinado).

Tan pronto se hizo público el señalamiento de Murillo Bejarano se reveló que Salvatore Mancuso (condenado) también quiere hablar sobre lo mucho y tenebroso que sabe.

Habrá muchos incómodos con lo que se va sabiendo y serán legión los que calificarán de montajes e infundios las denuncias de los jefes criminales; pero es de la boca de quienes hicieron parte de tan horrendas acciones que se va conociendo la dolorosa verdad.

REDACCIÓN EDITORIAL

Comentarios