Editorial: Sin brújula

Las excusas han resultado más torpes que las ejecutorias: que los torneos se hagan en horarios nocturnos, que se consigan otros millardos de pesos para construir una cachucha adicional, que ya se sabía pero que le hace y otras tontainas de similar laya.

Tiempo atrás cuando la angustia hacía aparición por la demora en el trámite de las obras requeridas para la realización de los XX Juegos Nacionales se produjo la rauda adjudicación de los diseños de los escenarios a una ignota firma española llamada Typsa por la modesta suma de 11.5 millardos de pesos. Voces más autorizadas han controvertido desde entonces el valor de dicho contrato y hay quienes han aseverado que el valor final de las obras a realizar había sido inflado artificialmente para así poder aumentar proporcionalmente el valor del mismo. Lo que nadie pudo constatar, hasta ahora, fue de la idoneidad de la firma ibérica ni de sus antecedentes y realizaciones.

Por la época y ante algunas voces que objetaban la adjudicación saltó a la palestra el supremo consiglieri Arciniegas a asegurar, con base en su insuperable conocimiento jurídico, que no hacía falta la contratación de una interventoría dada la prestancia de la firma y la idoneidad de los contratantes.

Tiempo después la firma beneficiada produjo unos renders (así se denominan unos escenarios que un estudiante de primer semestre de arquitectura puede realizar con un buen computador y un adecuado programa) los cuales sirvieron para ilustrar un voluminoso y costoso publirreportaje publicado en una revista de circulación nacional en el que se presentaban como realizaciones de la administración unos escenarios deportivos. Publicación que hizo que muchos tolimense afincados fuera del Tolima llamaran a indagar por la verdad sobre tantas maravillas.

El resto ha ocurrido más recientemente: contratistas que se quejan por la carencia de diseños y falta de planos eléctricos, que por esa razón justificaban la demora en la entrega de las obras.

La última perla se conoció esta semana: la piscina del complejo acuático que cuesta 10 millardos de pesos y que se suponía habría de servir para la realización en Ibagué de torneos internacionales está mal orientada ya que la luz del sol ha de afectar el desempeño de los competidores.

Las excusas han resultado más torpes que las ejecutorias: que los torneos se hagan en horarios nocturnos, que se consigan otros millardos de pesos para construir una cachucha adicional, que ya se sabía pero que le hace y otras tontainas de similar laya.

En claro queda que a los diseñadores tan reputados (que dicen que no se aparecieron por estos lares para hacer su trabajo) les pasa lo que a la ciudad: carecen de brújula.

REDACCIÓN EDITORIAL

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