Editorial: Historias recicladas

No hay tiempo para explorar lo que se agita en la conciencia de sujetos como Trump, Le Pen o Maduro, pero lo único que debe recordarse es que los flujos revierten, las circunstancias cambian y las sociedades recogen lo que siembran.

Las guerras, los conflictos raciales, políticos y religiosos y la precariedad económica de extensas regiones da como resultado una de las mayores, si no la mayor, movilización multitudinaria de gente de la que se tenga memoria en la historia de la humanidad.

Por cierto, esta clase de circunstancias se repite periódicamente desde los inicios de las naciones y en disputas que se pierden en las brumas de la memoria colectiva.

Pese a ese acervo de conocimientos y experiencias la memoria de los pueblos es frágil por lo que las reacciones de gobiernos y sociedades, ante las marejadas de migrantes que buscan preservar sus vidas o tener una nueva oportunidad sobre la tierra, en ocasiones lleva a la perplejidad.

Las escenas que se advierten en el Mediterráneo, en las fronteras de África y Asia con Europa, aquí no más en la frontera oriental con Venezuela y las que se han vivido por decenios por cuenta de los flujos de los latinoamericanos que se trasladan hasta Estados Unidos o Europa en procura de opciones son reflejos de lo que ha ocurrido por siglos en el Oriente, el norte de Europa, las migraciones españolas en la Conquista o tras la Guerra Civil; las china a California , las japonesas a Brasil; las persecuciones a los judíos mediante progromos rusos o la barbarie nazi; las oleadas provenientes de Italia e Irlanda en pos del sueño americano y los millones de colombianos expulsados por la Violencia partidista o la violencia económica son todas expresiones de una atávica situación que las sociedades aún no saben manejar por egoísmo o pérdida de la memoria.

Un manto de olvido se cierne sobre lo ocurrido en los albores de la Segunda Guerra cuando los españoles dejaban su país para venir a América a rehacer sus vidas o sobre las oprobiosas circunstancias en las que los judíos debieron huir de la abominación hitleriana (por cierto, la actuación de los burócratas colombianos encabezados por Luis López de Mesa es uno de los más penosos capítulos de esta historia de vejaciones).

Sorprende ver a los húngaros maltratando a las familias sirias cuando el mundo recibió con los brazos abiertos a los escapados de las hordas estalinistas y soviéticas de mitad de siglo pasado.

Las multitudes errantes sacan a flote la condición humana y los más recónditos prejuicios pues mientras los migrantes de la región subsahariana son mirados con aprensión, las puertas de los países del norte de Europa se abren con mayor facilidad para los sirios.

No hay tiempo para explorar lo que se agita en la conciencia de sujetos como Trump, Le Pen o Maduro, pero lo único que debe recordarse es que los flujos revierten, las circunstancias cambian y las sociedades recogen lo que siembran.

REDACCIÓN EDITORIAL

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